Un dolido y maltratado Micah P. Hinson presenta en Durango sus canciones desnudas
Pablo CABEZA | BILBO
Pasa por ser uno de los songwriters norteamericanos más excitantes de la última oleada de creadores solitarios, se llama Micah Paul Hinson y parece que ha enderezado su turbia vida.
Hijo de una familia de estrictas convicciones religiosas, Hinson optó por ver el mundo de manera diferente a la propuesta de sus padres. En Abilene, Tejas, ciudad a la que se trasladó su familia cuando aún era un adolescente, conoció a una modelo mayor que él, viuda de un guitarrista local y que, tiempo atrás, había conseguido aparecer en la revista «Vogue». Michael Paul se empapó de amor. Ya sin voluntad -según cuenta él mismo-, siguió hasta el infierno a su compañera, donde bebieron y tomaron de todo mano a mano con Satanás. Sin trabajo ni futuro optó por falsificar recetas médicas, por lo que terminó en la cárcel, perdiéndolo todo: «Me quedé sin mi coche, mi hogar, todo mi dinero, mis instrumentos, mi equipo de grabación y, principalmente, a mi familia entera», recuerda.
Al salir de la cárcel, se convirtió en un sintecho sin otra opción que sobrevivir, al tiempo que componía cerca de treinta canciones en viejas habitaciones de motel. No obstante, John Mark, del grupo The Earlies, no se olvidó de él ni del talento intuido en esas primerizas canciones. De hecho, se las dio a conocer a un sello escocés, que no dudó en editar aquella singular mezcla de L. Cohen, J. Cash, N. Cave más indie y country-rock alternativo.
Micah va dejando atrás sus malos rollos, pero también parece que se sirve de ellos para ir por la vida vendiendo que es un perdedor intentando redimirse. En su actual gira actúa hoy jueves en Plateruena de Durango a partir de las 21.30 h.