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Nerea Barjola Ramos Comisión contra agresiones sexistas-Asamblea de Mujeres de Bizkaia

«Toda mujer es un territorio ocupado»

Todas las mujeres por el hecho de serlo sufrimos una violación constante, una posibilidad real de ser en algún momento objeto de una agresión, sea física, verbal o ambas. ¿No es esto vivir amenazadas?

Cuando las IV Jornadas Feministas llegaban a su ecuador y muchas de nosotras todavía andábamos por el casco viejo de Bilbo, en las inmediaciones de Iturribide que suben hacia Santutxu una joven menor de edad fue violada.

Nos despertamos este lunes con un amarguísimo sabor de boca. Indignadas y muy enfadadas. Un macabro cierre para este encuentro feminista y, muy a nuestro pesar, una respuesta firme para aquellos heridos hombres que no comprendían por qué su presencia en las Jornadas estaba vetada. Por esto, señores, porque nosotras tenemos que organizarnos y defendernos.

Nos parece una perversa paradoja que el desenlace de este empoderamiento feminista haya sido éste: un recordatorio sangrante de este campo de batalla en el que vivimos las mujeres.

No exageramos. No nos hablen de estadísticas para justificar lo injustificable, que hoy tenemos algo más importante que hacer: organizarnos para salir a la calle con un doble motivo, abrazar de manera intensa a la compañera agredida, y hacer un marcaje de la zona. Aquí estamos las feministas, tened cuidado, lo que le pasa a una nos pasa a todas. Nos estáis atacando a todas, y aquellos que no usáis la fuerza bruta estáis siendo cómplices con vuestra pasividad.

No tratéis ahora de confundir nuestro discurso, de quitarnos la palabra, ni de llamarnos radicales. Ya sabemos lo que sucede cada vez que cuestionamos vuestro sistema. Se nos ataca y se nos tacha de locas. Nos preferimos locas a violadas, asesinadas, torturadas, vejadas...

Sabemos qué ocurre. Cuando se trata de nuestra integridad, de nosotras, a nadie le importa. ¿Dónde están las reacciones institucionales y partidistas? ¿Cuántos de vosostros vais a condenar este hecho mañana?

Que una mujer sea violada o asesinada no es nada para el sistema 0, en todo caso, interesa y contribuye a los intereses dominantes patriarcales. Ahora, -y porque no queda otra- lo que vende políticamente son las maltratadas, los planes de igualdad y la violencia de «género», difusa forma de definir los abusos e insultos que las mujeres tenemos que soportar. Todas las mujeres por el hecho de serlo sufrimos una violación constante, una posibilidad real de ser en algún momento objeto de una agresión, sea física, verbal o ambas. ¿No es esto vivir amenazadas?

Esto es así porque si no ya hubieran hecho algo, porque cuando quieren ya saben... Por mucho menos habéis sacado vuestros ejércitos a la calle a sofocar rebeliones, aquello que el sistema considera que puede poner en peligro su continuidad. Y en este punto hemos llegado a la clave.

Vuestro sistema se fundamenta en el terrorismo patriarcal. Si no hacéis nada para erradicarlo es sencillamente porque no queréis que las cosas cambien. Vuestro sistema tiene por cimiento la sumisión, tortura, y esclavitud de las mujeres. Con cada una de nosotras violada, agredida y asesinada continúa el status quo en el que tan cómodamente vivís.

El sistema en el que vivimos se llama falocracia; ése es el poder que detentáis y salvaguardáis sobre todas las cosas. Aferrados como estáis a la entrepierna, venerando vuestro miembro como a un dios, si el peligro que hubiese en la calle fuese que, porque sí, alguien puede asaltaros y cortároslo, ¿que haríais con las leyes...? Adivina adivinanza.

La violación, la posibilidad misma de violación, es el resultado del poder que detentan los hombres sobre las mujeres, y aquí entramos en una especie de telón de acero que nunca nadie traspasa, del que nadie quiere hablar, porque eso supondría tener que analizar y que algunos cayesen de su trono. No hay plan de igualdad que a base de parcheos consiga acabar con la violencia machista, porque si esos planes superficiales estuviesen funcionando, ¿tendríamos hoy que hablar de un agresor de 18 años? Agresores cada vez más jóvenes que ven el cuerpo de las mujeres como una herramienta más de su dominio.

La autoridad policial masculina no nos va a defender. No nos queda otra que reivindicar, plantarles cara y luchar; quitarles poder, establecer los límites en los que empieza nuestra propia autoridad. Sin ella jamás se nos va a respetar. Una guerra como mujeres a este sistema que nos concibe como cuerpos de usar y tirar como y cuando quiere. Porque una violación es eso, si tienes suerte esta noche te libras, pero no bajes la guardia... te puede tocar. No te reveles, no tomes la noche, no te pases bebiendo, contrólate, sé una buena mujer, si no al volver a casa algo te puede ocurrir. Este es el mensaje del patriarcado.

El nuestro, sin embargo, es mucho más esperanzador y liberador; empoderamiento, organización y autodefensa feminista, compañeras de lucha, nuestro cuerpo como nuestra mejor arma; sabemos defendernos y podemos hacerlo.

Nos vamos a girar y a responder, ¡plantarles cara y gritar! Esta es la autoridad femenina.

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