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Raimundo Fitero

Fenómeno

Plateado o con oropeles, cuarteado o en línea, oval o rectangular, lo único que nadie duda es que el «Chiki Chiki» es un auténtico fenómeno social, mediático, yo diría que musical, pero sobre todas las cosas se ha convertido en un filón político. Es decir, cuando no se sabe cómo definir una situación paradójica del adversario político se recurre al Chikilicuatre. Porque ahora que se ha descubierto que la legión mediática no tiene a quien defender, pero sí a quien combatir, les ha salido toda su caspa machista con algo tan elemental, como es la incapacidad para entender que las mujeres son exactamente igual que los hombres, ante la ley, ante la historia y ante la lotería primitiva. No les puede entrar en la cabeza que una mujer mande a los ejércitos, y todavía menos, si está embarazada. Realmente el espectáculo que están dando se merece esta representación eurovisiva, pero con el coro de los perdedores natos, los que son pescadores en todos los ríos revueltos.

El Gran Wyoming ha hecho una versión facha del «Chiki Chiki» que es realmente ácida y que viene a colocarnos ante una situación esperpéntica, en el mejor sentido del término, ya que esa distorsión no es nada más que una mirada expresionista a lo que sucede alrededor, y lo de la canción eurovisiva, la mejor representación de la estética imperante vista con los cristales muy limpios, aunque en corte transversal. Wyoming lo que hace es darle una vuelta de tuerca, acercarse más, mucho más, a los gustos de la brigada conspirativa, de los ruidosos y viciados defensores de la cabra de la legión como animal de compañía y símbolo de la raza.

El fenómeno del baile en cuestión ha penetrado en casi todos los rincones de la vida cotidiana. Es algo similar al fenómeno Chiquito de la Calzada, el cual, todavía persiste, con lo que debemos afilar el análisis para comprender mejor dónde estamos y quién es ese que nos mira tan fijamente. Yo veo otros programas de televisión, reportajes sobre películas, y me parecen estéticamente tan horribles como lo anterior, pero en tono supuestamente mayor, porque tratan del la vida en Euskal Herria vista desde un único lado. Y así, siempre, fallas.

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