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Perfil| Fernando Lugo

Obispo de los pobres y, ahora, presidenciable

 

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Ainara LERTXUNDI

El «ex» obispo Fernando Lugo ha emergido con tal fuerza en la vida política de Paraguay que puede llegar a desbancar al Partido Colorado, que lleva sesenta años al mando del país. Sus rivales le acusan de «radical» e, incluso, lo vinculan con la muerte de Cecilia Cubas, hija del ex presidente Raúl Cubas, y también le han sacado una supuesta paternidad. Ante la subida de tono de las acusaciones, Lugo decidió no participar en el último debate electoral televisado por el canal Telefuturo.

En una carta remitida por su jefe de campaña al moderador del programa, el candidato presidencial afirmó que «no existen en estos momentos las condiciones políticas para participar en un encuentro de estas características». «Los ciudadanos paraguayos merecen todo el respeto, un respeto que ha sido vulnerado sistemáticamente en los últimos días y horas de campaña desarrollada por otras candidaturas a la Presidencia de la República», denunció.

Al Vaticano tampoco le gustó nada la incursión de Lugo en la política y en setiembre de 2004, lo suspendió a divinis.

El propio Lugo solicitó a Roma poder volver a ser laico y, públicamente, renunció a su condición clerical porque la Constitución paraguaya inhabilita a los religiosos de cualquier confesión a ejercer la Presidencia y Vicepresidencia. Pero, el papa Benedicto XVI rechazó su solicitud. Así las cosas, el 25 de diciembre de 2007, leyó un mensaje a la nación para hacer pública su decisión de abandonar su labor clerical y encabezar un amplio movimiento para derrotar a los colorados. «A partir de hoy, mi gran catedral será todo un país», anunció con solemnidad.

El cardenal Franc Rodé lo tachó de «obispo rebelde» por dedicarse a la vida política. El malestar tanto en la cúpula eclesiástica como en el Gobierno no se hizo esperar. El vicepresidente, Luis Castiglioni, fue especialmente duro con Lugo, al que acusó de ser un «farsante» y de «violar» el Derecho Canónico y la Carta Magna del país.

¿Pero qué molesta tanto de este «ex» obispo? Frente a quienes los sitúan a modo despectivo en la izquierda, Lugo ha subrayado en más de una ocasión que él no es ni de izquierdas ni de derechas y que lo que Paraguay necesita son personas equilibradas. En una entrevista publicada ayer en «El País», reitera que no se identifica con «ningún grupo de izquierdas. Soy más bien un eje de diálogo que ha propiciado el que nueve partidos que antes ni se saludaban ahora concurran juntos».

En su ideario político figuran en lugar predominante la reforma energética y la espinosa cuestión de la expropiación vía parlamentaria de tierras que «no son racionalmente explotadas».

Al pueblo le ha pedido que «ejerza con coraje su condición de soberano y se sume, sin temor, a esta gran cruzada para limpiar la República de la maleza perversa que la condenó a esta lamentable situación».

No duda de que el domingo será un punto de inflexión en la historia reciente del país. «Paraguay cambiará y esta vez no se trata de cambiar un presidente, sino de hacer un Paraguay diferente. El país levantará vuelo y volverá a acoger a los miles de paraguayos que andan deambulando por el mundo», afirma.

Si se hace con la Presidencia, tal y como vaticinan las encuestas, sus «principales enemigos» serán «la corrupción, la pobreza y la ignorancia». «Haremos un gobierno abierto al mundo,a las nuevas tendencias, a un Mercosur con mayor simetría y a otras regiones. Recuperaremos nuestra dignidad como nación».

En su concepción de Latinoamérica, resalta la necesidad de sumarse a «esa América Latina progresista, integrada, unida. Ese sueño lo queremos hacer pronto».

 

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