Tenemos un plan, proclamaron ayer, con toda la prosopopeya de las grandes citas en el Palacio de Navarra, Miguel Sanz y la socialista Elena Torres. Un plan para minimizar los efectos de la «desaceleración» económica (...), que antes de las elecciones generales lo que hoy es ralentización era crisis, con mayúsculas y con signos de exclamación. Pero lo que se presentó como un inédito y estratégico plan con la mayor cifra de inversión pública de la historia de Navarra (4.508 millones de euros) no tenía más novedad que la escenografía. Puesto que, genéricamente, se trata en realidad de una acumulación de actuaciones que ya habían sido objeto de anuncio oficial (...), un ejercicio de propaganda que tiene dos beneficiarios directos: en primera instancia, UPN, como socio de referencia del Ejecutivo foral, que es quien siempre rentabiliza la venta de las acciones de gobierno (CDN lo ha padecido rebajando a la mitad su representación en el Parlamento); y, en segundo lugar, el sector de la construcción, porque la derivada del plan es el cemento, precisamente, la debilidad del modelo de crecimiento del Estado español, donde ahora se apuesta inequívocamente por la innovación. Al margen de lo curioso que resulta que los adalides del liberalismo -Sanz es un fiel exponente- recurran a los fondos públicos cuando pintan bastos . Como curiosa es la actitud de Elena Torres, en las formas porque la neutralidad institucional que conlleva la presidencia del Legislativo parece estar reñida con actos como el de ayer y en el fondo porque el PSN ve reducida aún más su capacidad de maniobra en las futuras negociaciones presupuestarias, ya que este plan se va a financiar hasta 2012 con las Cuentas Públicas, además de que esta foto retrotrae a los tiempos pretéritos de la cohabitación en nombre de la gobernabilidad . Una ejecutoria que algunos culminaron en el banquillo de los acusados.