CRÓNICA Memoria histórica en Iruñea
«El cementerio de las botellas», el de Ezkaba, desentierra el dolor silenciado
El recién presentado documental «El cementerio de las botellas» pretende «hacer sentir» lo que es un proceso de exhumación para los familiares. lo hace mediante la documentación de la recuperación de restos que se está llevando a cabo en el cementerio del antiguo penal de Ezkaba.
Jasone MITXELTORENA
Iñaki Alforja, realizador de «Ezkaba. La gran fuga de las cárceles franquistas», acaba de presentar su segunda contribución cinematográfica a la memoria histórica. Recoge la documentación del proceso de exhumaciones que está llevando a cabo la Sociedad de Ciencias Aranzadi en el cementerio situado en el monte Ezkaba, cercano a Iruñea. El «Autobús de la Memoria» recorre estos días la geografía de Nafarroa, y en su recorrido ha llegado a Iruñea el documental «El cementerio de las botellas». Mediante este trabajo, el realizador ha querido acercar la realidad de muchas familias que, tras tantos años de incertidumbre y dolor silenciado, pueden al fin «cerrar el ciclo del duelo», enterrando según su deseo a sus familiares desaparecidos.
El reciente descubrimiento del cementerio del tétrico penal de Ezkaba, partiendo del legado de la increíble labor del historiador José María Jimeno Jurio, ha sido imprescindible para el alivio de muchas familias. El camposanto se utilizó entre 1942 y 1945, fecha del definitivo cierre del penal ubicado en el Fuerte de San Cristóbal del monte Ezkaba y en el que en 1938 se produjo una de las fugas carcelarias más masivas y sangrientas de la historia mundial. Alberga 131 cadáveres. Son los últimos presos que fallecieron en Ezkaba.
Los lirón, los rubio...
La documentación hallada hasta ahora ha permitido identificar a las personas enterradas y su ubicación. En las primeras excavaciones se pudo saber que a los fallecidos se les daba tierra junto a una botella que contenía información sobre ellos. De ahí viene la denominación del cementerio que, a su vez, da título a este trabajo. Partiendo de esos datos, Aranzadi ha intentado ponerse en contacto con sus descendientes, y de momento 30 familias han solicitado las exhumaciones. El documental nos da a conocer a varias de esas familias. Es el caso de los Lirón. El nieto de Ramón Lirón, que fue enterrado en Ezkaba, llega desde Asturias para participar en la exhumación de su abuelo. Narra el «silencio de la abuela», que nunca quiso hablar de ello, algo comprensible sabiendo lo que las mujeres tuvieron que pasar por ser las compañeras de republicanos.
La familia Lirón no ha podido lograr por ahora su objetivo de localizar y recuperar los restos, pero siguen trabajando en ello. No es el caso de una familia que ha venido desde Tarragona. El hijo y la hija de Juan Rubio pudieron recibir los restos de su padre para enterrarlo junto a su mujer en Catalunya. El cúmulo de emociones que envuelve el momento, casi 70 años después, se manifiesta en el documental, por lo que los espectadores pueden tomar conciencia de la enorme importancia emocional de este delicado proceso.
Alforja explica que las labores por la recuperación de la memoria histórica comprenden dos grandes e importantes aspectos. Por un lado, se trata de dar fin a años de incertidumbre que los familiares, llegados hasta la tercera generación, han tenido que soportar, en muchos casos, «sin poder completar el duelo». Por otro, «está la voluntad política de hacer justicia y de dar a conocer la verdad».
Ése es el motivo por el que en los últimos años están saliendo a la luz los más oscuros años del franquismo. En Nafarroa, son varios los documentales que narran diversos episodios negros de nuestra historia reciente. Producidas por Eguzki Bideoak, han sido llevados a cabo gracias al impulso de colectivos y personas particulares, así como a los testimonios directos de los horrores sufridos por parte de los supervivientes, recuperados casi a contrarreloj.
El futuro del Fuerte
Alforja ya había contado la fuga de Ezkaba en otra cinta anterior, que junto al libro reeditado con nuevos datos ha contribuido al debate que hoy en día continúa abierto en Nafarroa sobre el futuro de las instalaciones, todavía en manos de los militares.
Preguntado por el futuro del Fuerte, sentencia que «se hará lo que quiera la gente que se haga», y por ello considera necesario que la ciudadanía «lo conozca, y que desde la información se plantee qué hacer». En su primer documental se ponía de manifiesto la ignorancia sobre el monte y sus instalaciones, a pesar de estar a apenas cinco kilómetros del corazón de Iruñerria y ser el monte más cercano a la capital. Los que elijan saber podrán hacerlo mediante los trabajos de Alforja, y seguro que mirarán más a menudo a Ezkaba con deseo de reparar todo el horror que albergó.