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CRíTICA cine

«Elegy»

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Mikel INSAUSTI

La película empieza con una cita demoledora, adjudicada a Bette Davis, una actriz de fuerte carácter, que se imponía a los demás con su menuda pero terrible presencia hasta incluso en su más avanzada edad, tal como se pudo comprobar a su paso por Donostia. En aquella postrera etapa de su vida debió de soltar la siguiente perla : «La vejez no está hecha para cobardes». Nunca me imaginé que llegaría a escuchar algo así para abrir una realización de Isabel Coixet, quien parece haber madurado de golpe, empujada por la energía interior de la novela de Philip Roth «El animal moribundo».

Sea como fuere, la cineasta catalana ha hecho una obra distinta a todas las suyas, porque «Elegy» es una adaptación en toda regla, testimonio de su ejemplar profesionalidad. Se ha endurecido sin perder su sensibilidad, gracias a que se ha despojado de todo lo ornamental y superfluo que había en su cine, para limitarse a ir al grano. Por una vez, se ha puesto al servicio de la historia y no al revés, sin caer en subrayados esteticistas. Y, por paradójico que parezca, su nuevo trabajo es tanto o más experimental que los anteriores, al no caer en convencionalismos narrativos mediante una utilización del montaje rupturista, introduciendo cortes en las secuencias de diálogos entre la pareja protagónica que cuestionan constantemente lo que están diciendo.

Pero hay un aspecto que hace que la película «Elegy» pueda funcionar sin problemas dentro de la industria de Hollywood, y es el de la dirección interpretativa. Isabel Coixet ha conseguido sacar de Penélope Cruz su mejor actuación en inglés, situándola entre las grandes de la meca del cine como actriz, no como una imagen de belleza más o menos exótica. Su Consuela es una creación que va a resultar clave en una carrera hasta la fecha irregular, o no siempre bien enfocada, porque le va a valer el respeto en su gremio internacionalmente. La compenetración alcanzada con Ben Kingsley es asombrosa, dado que en principio no parece que vaya a existir una especial química entre ambos, que responden a maneras de ser y estar bien opuestas. El actor inglés de ascendencia india conecta en profundidad con una faceta trágica de su compañera de reparto que, por culpa de la tendencia melodramática de Almodóvar y sus imitadores, nunca antes había asomado al exterior con tanta fuerza.

Me siento incapaz de discernir qué grado de responsabilidad corresponde a Isabel Coixet en el éxito artístico de «Elegy», del mismo modo que me resulta imposible cuantificar su deuda para con Philip Roth. Poco importa, puesto que lo esencial es que se trata de una película que consigue desentrañar el misterio del tiempo desde un punto de vista existencial.

Lo que en principio podría pasar por una barrera física insalvable, ya que casi cuarenta años de diferencia de edad entre un hombre y una mujer que se aman es un obstáculo a considerar, el curso de los acontecimientos se encargará de evidenciar que cualquier perspectiva temporal termina siendo relativa. Basta que la persona más joven sufra una grave enfermedad para que el abismo generacional se vea reducido de golpe y porrazo, a la vez que el sentido de las respectivas cuentas atrás da un giro radical.

Así se lo hace saber Consuela al viejo profesor Kepesh, quien aprende una dura lección de una de sus alumnas más aventajadas, cuando de repente es consciente de que su amada puede morir antes que él. De ahí extrae la clave del envejecimiento, que no tiene que significar sólo decrepitud mientras haya crecimiento personal.

Ficha

Dirección: Isabel Coixet.

Intérpretes: Ben Kingsley, Penélope Cruz, Dennis Hopper, Patricia Clarkson, Peter Sarsgaard, Deborah Harry, Antonio Cupo, Sonja Bennett, Kris Pope, Chelah Horsdal.

País: EEUU, 2008.

Duración: 108 minutos. Género: Drama existencial.

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