22 años después, Ucrania no olvida el drama «planetario» de Chernobil
Ucrania rindió ayer homenaje a los millares de víctimas de la catástrofe de Chernobil, un drama «planetario» tal y como se recordó en Kiev, 22 años después del accidente en la central nuclear. En el acto realizado ante el monumento a las víctimas levantado en la capital ucraniana se constató que «la catástrofe de Chernobil se volvió planetaria y sigue en la actualidad haciendo daño a la salud de la gente y al medio ambiente».
GARA |
En la noche del viernes al sábado, un centenar de ucranianos, con su presidente, Viktor Yuschenko y otros altos responsables nacionales al frente, depositaron flores ante el monumento a las víctimas de Chernobil en Kiev y encendieron cirios en un oficio religioso consagrado a esta tragedia.
En Slavutich, una pequeña ciudad situada a 50 km de kilómetros de la central y donde vivía una buena parte de su personal, el aniversario fue recordado con una vigilia. «La catástrofe de Chernobil se volvió planetaria y sigue en la actualidad haciendo daño a la salud de la gente y al medio ambiente», destacó el Ministerio de Salud en un comunicado.
El 26 de abril de 1986, estalló el reactor número 4 de la central de Chernobil, situada en el norte de Ucrania, contaminando a buena parte de Europa, pero sobre todo a Ucrania, Bielorrusia y Rusia, entonces repúblicas de la URSS.
Tratamientos contra el cáncer
Un balance de la ONU estimó, en setiembre de 2005, en 4.000 el número de muertes probadas o que sobrevendrían como consecuencia de cánceres en estos tres países, pero las estimaciones fueron impugnadas por numerosas ONGs. Oficialmente, se considera que en Ucrania son 2,3 millones las personas que «sufren tras la catástrofe».
Entre 1986 y 2006, se trató a aproximadamente 4.400 ucranianos, niños o adolescentes en el momento de la catástrofe, de cánceres de tiroides. Se trata, según el Ministerio de Salud, de una consecuencia más que evidente de la radiación.
Esgrimiendo un cartel con la leyenda «no construyan un nuevo Chernobil, ahorren energía», una decena de personas se manifestó por el centro de Kiev en contra de la energía nuclear. «Tememos que nos digan de nuevo que tenemos que adaptarnos a los riesgos inherentes al desarrollo de la energía atómica», explicó el manifestante Dmitri Jmarauno.
La central de Chernobil, cuyo último reactor seguía produciendo electricidad, se cerró definitivamente en diciembre de 2000. Pero el sarcófago, que cubre aproximadamente 200 toneladas de magma radioactivo compuestos de combustible nuclear, está agrietado, con lo que persiste el riesgo. Este magma es «nuestro mayor problema», reconoció Volodimir Chandra, ministro ucraniano de Situaciones Urgente. «Es altamente radioactivo y hacemos todo lo que podemos para que la lluvia y la nieve no penetren en el sarcófago», manifestó.
Las autoridades continúan realizando trabajos para reforzar esa vieja cubierta de hormigón, levantada inmediatamente después de la catástrofe, y para construir un nuevo sarcófago en acero. Está previsto que las obras comiencen en octubre y finalicen en 2012.
El secretario general de ONU, Ban Ki-moon, recordó en una declaración que la Asamblea General de la ONU declaró 2006-2016 como «la década de la reconstrucción y el desarrollo sostenible» para la región de Chernóbil.
Cientos de militantes antinucleares con máscaras blancas se manifestaron en distintas localidades del Estado francés en contra de la energía nuclear en el 22 aniversario de la tragedia de Chernobil.
Las protestas se realizaron ante los ayuntamientos, monumentos a los caídos o centrales nucleares a convocatoria de la red que aboga por el abandono de la energía nuclear. En París, setenta personas se concentraron ante la Ópera, llevando máscaras blancas en homenaje a «los que se murieron y los que siguen muriendo, víctimas de Chernobil». En Lyon, distribuyeron «nueces de Chernobil» y bolas de yodo y en Estrasburgo, portaron flores como muestra de duelo. En Cadarache, ante el centro de la Energía Atómica (CEA), se levantaron cruces en madera simulando un cementerio y se desplegó una pancarta con la leyenda: «Chernobil, 26 de abril de 1986; Cadarache, ¿cuándo?».
En el Estado español, Greenpeace reclamó al presidente del Gobierno la puesta en marcha de un plan de cierre de las centrales nucleares «prometido en el programa socialista, empezando inmediatamente por Garoña». Subrayó que la industria nuclear sigue «atascada entre diversos escándalos debidos a accidente, el fiasco económico y revelaciones de problemas de seguridad».
