«El fútbol es un deporte inventado por los ingleses y en el que siempre ganan los alemanes»
La célebre frase del inglés Gary Lineker tras perder la semifinal del Mundial de Italia'90 ante los germanos define el sentir de muchos conjuntos que a lo largo de estos 100 años se han enfrentado a la «National mannschaft». Una selección que nunca da un choque por perdido.
Beñat ZARRABEITIA
El 5 de abril de 1908 el combinado nacional alemán disputó su primer partido. Fue en Berna ante Suiza. El choque fue todo un fiasco ya que los helvéticos vencieron por 5 a 3 a los germanos. Entonces, nada hacia presagiar que con los años Alemania se convertiría, con mejores o peores jugadores, en la selección más competitiva y laureada de Europa.
Sus primeros éxitos no llegaron hasta la década de los 50. Anteriormente, el país había quedado tristemente marcado por las dos guerras mundiales y el funesto periodo nazi. Así, en 1954 -con la separación del país en Este y Oeste ya en marcha- Alemania Federal (RFA) dio la gran sorpresa en el Mundial de Suiza. Durante la primera fase los germanos fueron vapuleados por un contundente 8 a 3 por Hungría. En aquel momento los magiares tenían a jugadores como Puskas, Kocsis o Szcibor en sus filas y eran los grandes favoritos. Ambos conjuntos se reencontraron en la final, donde la maanschaft dio la sorpresa al vencer por 3 a 2 a unos húngaros agotados. Fritz Walter y Helmut Rahn se convertían así en los primeros héroes de una selección mítica.
En los sesenta, la RFA fue testigo del único triunfo de Inglaterra en una Copa del Mundo. Fue en la final de Wembley y con un gol fantasma. Dura derrota para una selección que pronto se repondría. Y es que la siguiente década marcó el dominio alemán. En 1970 se tomaron cumplida revancha de los pross con un partido en el que Beckenbauer jugó con un brazo roto. Dos años después, Torpedo Müller sentención a la antigua URSS en el Eurocopa de Bélgica.
En 1974, la RFA organizó el Mundial. El primero emitido en color por televisión y donde la Holanda de Cruyff maravilló al mundo. Pero ganaron los alemanes. No lo tuvieron fácil, ya que durante el campeonato fueron derrotados por su vecino del Este. Un triunfo que trascendió más allá de la política. Sin embargo, en la final, los Maier, Vogts, Beckenbauer, Netzer, Breitner, Hoenness, Heynckes o Gerd Müller se proclamaron campeones del mundo. No pudieron repetir en el Europeo, porque Antonin Panenka pasó a la historia con un penalti que levitó sobre la cabeza de Sepp Maier.
Sí se alzaron con el título en 1980, ya sin el Kaiser pero bajo la batuta de Bernd Schuster y con los goles de Hrubesch. Tiempo marcado por la fortaleza física de un equipo que tenía en sus filas a Kaltz, Briegel y Stielike, el carácter del meta Schumacher -para el recuerdo su brutal agresión al francés Battiston en Sevilla durante las semifinales del Mundial de 1982- y la calidad Matthäus, Littbarski y Karl-Heinz Rummenigge.
Ese equipo llegó hasta la final del 86 -donde Maradona tocó el Olimpo-, y sentó las bases del título Mundial del 90. Un campeonato donde Alemania contó con jugadores de la talla de los mencionados Matthäus y Littbarski, además de Möller, Hassler, Klinsmann o Brehme. Todo un equipazo.
La reunificación y el nuevo futuro
Ese mismo año se produjo la reunificación del país. Beckenbauer, entonces seleccionador, aseguró que esto convertiría a Alemania en «invencible». Nada más lejos de la realidad. Con Döll, Sammer y Andreas Thom -procedentes del Este-, los germanos se vieron superados por Dinamarca en la Eurocopa del año 92 y fracasaron con estrépito en el Mundial de EEUU (1994) ante Bulgaria.
En 1996, Berti Vogts confió en la fórmula que les dio el éxito seis años antes y Oliver Bierhoff le dio el título a un equipo plagado de bajas tras marcar en la prórroga el primer «gol de oro» de la historia. No obstante, el equipo alemán habia envejecido, la Ley Bosman retrasó el relevo y se evidenció el final de un ciclo. Aún así, Rudi Voller consiguió que su grupo fuese subcampeón en la Copa del Mundo de Corea y Japón (2002).
Su último hito fue la tercera plaza en 2006, donde fueron los anfitriones. Un torneo al que acudieron sin apenas esperanzas. Sin embargo, los de Klinsmann acabaron en el podio y fueron tratados como héroes. Este año, en su centenario, Alemania se presenta como una de las grandes favoritas en la Eurocopa de Austria y Suiza. Un campeonato al que acudirán con un equipo que refleja la diversidad social del país, pero con el mismo espíritu competitivo de siempre.