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Londres pone dinero público para tapar los agujeros privados

La banca atraviesa una seria crisis financiera. Se suceden los anuncios de pérdidas por parte de numerosas entidades tras años de beneficios. Llegadas las vacas flacas y, en el caso de Gran Bretaña, el Gobierno se implica en la crisis, con la nacionalización del Northern Rock y unas suculentas ayudas al sistema. El mercado ha vuelto a fallar.

J.M. URIBARRI |

El fracaso de un importante banco londinense en 1866 condujo a un cambio clave en la forma en que los bancos centrales manejaban las crisis financieras: el rescate bancario.

Overend&Guerney era un banco de descuento que ofrecía fondos a bancos comerciales y de ahorros en Londres, que entonces era el centro financiero más importante del mundo. Cuando se declaró en quiebra en mayo de 1866, muchos bancos más pequeños se vinieron abajo ante la imposibilidad de conseguir fondos, aunque fueran solventes. A consecuencia de esta crisis, el Banco de Inglaterra asumió un nuevo papel como prestador de último recurso que proveyera de liquidez al sistema financiero durante las crisis, para impedir que el colapso de un banco se extendiera a otros.

La nueva doctrina se implementó durante la crisis de Barings en 1890, cuando las inversiones de ese banco sufrieron pérdidas en Argentina. El Banco de Inglaterra cubrió las pérdidas para evitar que sistema bancario de Gran Bretaña se viniera abajo. El fondo de rescate alcanzó la cifra de 18 millones de libras en noviembre de 1890.

Desde entonces los rescates bancarios con dinero público han sido numerosos a lo largo y ancho de todo el mundo. Los tiempos, sin embargo, han cambiado, aunque también han venido a confirmar las «imperfecciones» del sistema y de su vaca sagrada, el mercado, un ente con vida propia capaz de regularse y adaptarse a las necesidades del capitalismo y, por extensión, de las sociedades moder- nas -eso dicen sus defensores-, al margen de intervenciones externas y ajenas al mismo como la Administración. Nada más lejos de la realidad.

Las últimas actuaciones del Banco de Inglaterra así lo confirman. A mediados de febrero el ministro de Finanzas británico, Alistair Darling, anunció que su Gobierno nacionalizaba «de forma temporal» el banco Northern Rock, víctima de las hipotecas de alto riesgo. La decisión era calificada por los accionistas de la entidad de «robo» porque el Gobierno había optado por una solución pública para la quinta entidad hipotecaria del país. Este es el primer rescate bancario que realiza el Banco de Inglaterra desde 1973, una intervención que el banco emisor había estado reiterando que no iba a hacer. Tapado este boquete, esta misma semana el Gobierno británico anunciaba nuevas intervenciones para «recuperar el mercado crediticio», incapaz de salir por sí solo del atolladero. No se trata de un rescate en el sentido clásico, pero el Estado pondrá su solvencia y bonos de primera calidad a cambio de hipotecas bancarias.

El Banco de Inglaterra destinará 50.000 millones de libras -unos 65.000 millones de euros- a la operación, en concepto de bonos del Estado que la banca británica podrá canjear por parte de sus hipotecas. El banco emisor pretende así incentivar a los bancos a prestarse entre ellas y acabar con los problemas de liquidez del mercado. El plazo inicial se ha fijado en un año, pero las entidades tendrán la posibilidad de ampliarlo hasta tres, en base a la financiación sostenida en el tiempo que han reclamado.

Tiembla la banca suiza

Entretanto, la «intachable» banca suiza, que hasta hace bien poco parecía estar por encima de la crisis, atraviesa una situación desconocida. Credit Suisse, el segundo helvético por su tamaño, ha registrado sus primeras pérdidas trimestrales en cinco años. La crisis financiera ha provocado un roto de 1.330 millones de euros.

Sin embargo, el agujero que las subprime han causado en la Unión Bancaria Suiza (UBS) es aún más considerable, tras descubrirse que es la entidad financiera europea más castigada por los productos basura. Ha anunciado pérdidas de más de 7.000 millones de euros hasta marzo, después de que a finales del pasado año reconociera pérdidas por más de 6.000 millones.

La vía para solucionar los problemas no ha venido de la mano de las autoridades, sino vía despidos y una ampliación de capital, a la que concurrieron la Corporación de Inversiones de Singapur y el Gobierno de Omán.

50.000 millones

El Banco de Inglaterra destinará 50.000 millones de libras -unos 65.000 millones de euros- en concepto de bonos del estado que los bancos podrán canjear por parte de sus hipotecas.

Quedan aún muchos miles de millones de pérdidas por reconocer

El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha cifrado en 441.306 millones de euros la exposición de la banca global a la crisis de las «subprime», de los que el 40%, 176.000 millones de euros, corresponden a bancos europeos. También cifró en 77.583 millones de euros las pérdidas de los bancos europeos relacionados con las «subprime» hasta marzo y en 90.800 millones de euros las de los bancos de EEUU.

Según el FMI, estos «hallazgos» sugieren que el reconocimiento de las pérdidas debe ponerse al día, y así se lo exigió a la banca europea, porque han sido muchos los que han informado de grandes pérdidas, pero los 50.431 millones de euros reconocidos «se quedan cortos respecto a la estimación total». Afirma que la mayor parte de las provisiones se ha producido por la exposición directa a la crisis. GARA

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