Maite SOROA
Alborozo por las expulsiones en el PNV
Cuando «El Correo Español» aplaude una dura medida sancionadora en el seno del PNV, alguien debería echarse a temblar en la casa de Sabino Arana.
Ayer se felicitaban en su editorial por la expulsión del partido de los concejales que no quisieron tomar posesión de los escaños arrebatados a ANV. Y se felicitaban porque «La decisión envía además un mensaje de firmeza a la hora de marcar la línea política en una organización disciplinada, y traslada al resto de fuerzas democráticas y a toda la sociedad un compromiso cívico especialmente necesario en un momento en que los ciudadanos vascos asisten, en Mondragón, Hernani o Bergara, a tristes episodios de división en la imprescindible tarea de desalojar de los ayuntamientos a unos corporativos de ANV (...)». Será porque no son mayoría, ¿no?
Reconoce el escribiente -casi a modo de concesión- que «el procedimiento disciplinario que la crisis de Ondarroa abrió en el seno jeltzale ha tenido que resultar doloroso, porque (...) una medida de este tipo augura graves problemas a la hora de confeccionar futuras candidaturas», pero aprovecha la jugada para marcarle el paso a los de Urkullu: «no cabe olvidar que la sanción está a la altura de los hechos. El PNV no podía admitir de ningún modo que unos militantes con experiencia política (...) se negaran, una vez elegidos, a afrontar todas las responsabilidades que comporta el cargo. El desacuerdo de las fuerzas nacionalistas con la Ley de Partidos, que dejó a ANV fuera de las listas de la localidad, no debía servir para ocultar el miedo a las presiones, ni amparar una voluntad de `canalizar' de algún modo una representación municipal de los radicales excluida por la legalidad». Excluida por el artículo tres, diría servidora.
En su momento, la actitud de los ahora expulsados no resistía la comparación con la que muestran a diario tantos concejales socialistas y populares amenazados. Tampoco soporta el contraste con la actuación de la gestora que gobierna en Ondarroa desde julio. La responsabilidad asumida en este proceso por el PNV que lidera Iñigo Urkullu debe marcar una referencia para otras fuerzas políticas que, después de las elecciones municipales y hoy mismo, no han sido capaces de obrar en consecuencia con los resultados.