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Helen Groome Geógrafa

De las palabras a los hechos

Tras este reconocimiento del fracaso de la PAC, hay que ver cómo el Departamento de Agricultura pasa de las palabras a los hechos. ¿Será capaz de unir fuerzas con una serie de regiones europeas que piden soluciones que van más allá que otra reforma cualquiera?

A lo largo de los años, y con ocasión de la elaboración de diferentes documentos institucionales, el Gobierno vasco ha dado por bueno el carácter renovador de la Política Agraria Comunitaria en sus diferentes fases, particularmente en cuanto a la posibilidad de emplear la PAC para lograr una agricultura más sustentable en términos ambientales, menos dependiente de productos químicos, de un carácter más social y más equitativa económicamente. Y eso a pesar de que muchas organizaciones sociales y agrarias europeas, EHNE entre ellas, estaban poniendo continuamente sobre la mesa datos y análisis que indicaban que el verdadero carácter de la PAC era radicalmente diferente y que servía fundamentalmente a intereses empresariales y a un porcentaje minoritario de la población agraria.

A pesar de las alegaciones en este sentido por parte de dichas organizaciones a borradores de sucesivos documentos institucionales, como los Programas Marco Ambientales o los entonces Planes Estratégicos Rurales Vascos, éstos siempre se aprobaban con apartados en los que se evaluaba positivamente la PAC que, naturalmente, dibujaba así un contexto para el trabajo propuesto para el sector agrario. Al equivocarse en el diagnóstico, ¿cómo iban estos planes a aportar en positivo en el sector?

En la VI Conferencia de la Red de Regiones Europeas Libres de Transgénicos que se celebró la semana pasada en Bilbo, a un representante de Agricultura del Gobierno vasco le correspondía explicar a las personas presentes el estado del chequeo médico de la PAC. Hizo una evaluación muy crítica de la PAC, básicamente porque es incapaz de garantizar el cumplimiento de los objetivos que marca Bruselas (entre sí contradictorios) o lo que pide la ciudadanía europea (lo cual, evidentemente, no coincide siempre con lo que pide Bruselas): no se mantiene el empleo agrario, no se reparte el presupuesto de 54.000 ME de la PAC de forma equitativa, no se mantienen las rentas agrarias, no se frena el empleo de agroquímicos, no se detiene la pérdida de biodiversidad agraria...

Tras observar este reconocimiento del fracaso de la PAC en un foro europeo, hay que ver ahora cómo el Departamento de Agricultura pasa de las palabras a los hechos. ¿Será capaz de unir fuerzas con una serie de regiones europeas que han hecho un análisis muy crítico de la PAC y que piden soluciones que van más allá que otra reforma cualquiera de la misma? Regiones europeas que piden, por ejemplo, el fin de las subvenciones a las exportaciones, algo que lleva años pidiendo la Coordinadora Europea Campesina a la que pertenece EHNE, o regiones que dan prioridad a la gestión de los mercados agrarios para, entre otras cosas, terminar con la especulación que hoy día hace estragos con el suministro de materias primas alimenticias.

O al final del día, cuando se marchan las personas representantes de cada región que asistieron a la VI Conferencia, ¿pueden más la inercia y los intereses creados?

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