Encarecimiento de los productos agrícolas
La ONU evita encarar las causas de la crisis alimentaria
Naciones Unidas se mostró ayer convencida de que la actual crisis alimentaria puede convertirse en una oportunidad para enfrentar de una vez la hambruna que padece buena parte de la población mundial y sacar de la miseria a millones de personas, especialmente en África. La ONU presentó una estrategia para afrontar la crisis basada principalmente en la voluntad de los donantes de financiar el trabajo de las agencias humanitarias.
GARA | BERNA
El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, aseguró estar convencido de que «podemos manejar la crisis global de los alimentos. Tenemos los recursos. Tenemos el conocimiento. Sabemos qué hacer. Por tanto, deberíamos considerar esto no sólo como un problema, sino como una oportunidad».
Tras una reunión a puerta cerrada con los directores de las agencias y organismos de Naciones Unidas y con los dirigentes del Banco Mundial (BM) y la Organización Mundial del Comercio (OMC) para tratar la actual crisis, provocada por la subida sin precedentes del precio de los alimentos, Ban Ki-moon agregó que «es una gran oportunidad para arrancar de raíz los problemas de muchos de los más pobres del mundo, el 70% de los cuales viven como pequeños agricultores. Si les ofrecemos ayuda y la mezcla correcta de políticas nacionales e internacionales, la solución llegará».
Ban subrayó que «la prioridad inmediata es alimentar a los que sufren hambre» y, en este sentido, el encuentro de ayer sirvió para acordar una estrategia que pasa por asegurar los recursos que necesitan el Programa Mundial de Alimentos (PMA), pero también la Organización para la Agricultura y la Alimentación (FAO).
El PMA ha pedido 755 millones de dólares para cubrir el mayor coste de los alimentos básicos (principalmente, cereales) y del combustible que requiere para su distribución. La FAO, por su parte, necesita 1.700 millones de dólares para proveer a países de escasos recursos y con déficit alimentario de semillas, fertilizantes y alimentos para el ganado, de modo que puedan aumentar su producción, un elemento clave en el plan propuesto por la ONU.
Sin embargo, este plan no recomienda una moratoria de la producción de biocombustibles -ampliamente aceptada como una de las principales causas de la crisis- ni el establecimiento de un mecanismo para controlar la especulación financiera sobre los alimentos en el mercado internacional, como han propuesto algunos expertos y organizaciones no gubernamentales.
Al respecto, la víspera a la reunión de Berna, el relator de la ONU para el Derecho a la Alimentación, Jean Ziegler, dijo que no se puede luchar contra el calentamiento global a costa de «matar a la gente de hambre», por lo que pidió una moratoria de al menos cinco años en la fabricación «intolerable» de combustibles no fósiles, una de las causas del encarecimiento de los precios de los alimentos junto a la política «aberrante» del FMI y a la especulación financiera.
Según datos de la FAO, el trigo ha aumentado en el último año un 130%; el arroz, un 74%; la soja, un 87%; el maíz, un 53%, y la carne, el azúcar y el aceite, en torno a un 57%. Calcula, además, que los alimentos, incluidos vegetales y frutas, se encarecerán un 48%, a lo que hay que añadir los costes del transporte.
El secretario general de la ONU, por su parte, admitió que la acelerada producción de biodiésel ha tenido un gran impacto, pero recalcó que también han influido el alza de los precios de los combustibles, la demanda creciente de los alimentos en Asia, el cambio climático, con sus inundaciones y sequías, y la especulación. Al respecto, el director general de la FAO, Jacques Diouf, dijo que las «raíces objetivas» de la crisis han sido aprovechadas por los fondos de inversiones especulativos.
Piden compromisos
Pero Ban Ki-moon considera que si los países industrializados se comprometen con el objetivo de paliar una crisis que ellos contribuyeron a generar, el cambio es posible. Por eso, les pidió que pongan fin a sus subsidios agrícolas. A esta petición se sumó el director general de la OMC, Pascal Lamy, para quien «los subsidios de los países ricos que distorsionan el comercio perjudican también la producción de alimentos en los países pobres». Lamy abogó por avanzar en las estancadas negociaciones de la Ronda de Doha, lo que supondría «reducir hasta el 75% esos subsidios» y «eliminar la totalidad» de los incentivos a la exportación.
A la cruzada de la ONU se unión el BM, cuyo presidente, Robert Zoellick, apeló a la necesidad de que los países ricos trabajen juntos para lograr un Nuevo Acuerdo Mundial en Política Alimentaria, que recoja iniciativas políticas como tejer redes para garantizar la seguridad alimentaria, incrementar la producción agrícola, profundizar en el conocimiento sobre el impacto de los biocombustibles y actuar en la reducción de subsidios y la eliminación de aranceles que, a su juicio, aumentan los precios.
Zoellick apeló a la comunidad internacional a aportar de manera urgente los millones que demandan el PMA y la FAO y recordó que es necesaria una acción conjunta para hacer frente a la crisis humanitaria que amenaza la supervivencia de 2.000 millones de personas. «Los compromisos no alimentan las bocas hambrientas», sostuvo.
Insistió en que la crisis ha empujado a unos cien millones de personas a la pobreza en los últimos dos años y que el hambre y la malnutrición subyacen tras las causas de muerte de unos 3.500 millones de niños cada año, eliminando las posibilidades de futuro de muchos otros.
Además, anunció que la entidad que dirige se plantea crear un fondo para financiar a los países más pobres y ayudar a su agricultura. Para ello, va a doblar hasta 2009 los créditos a la producción agrícola en África. hasta los 800 millones de dólares.
Jacques Diouf abogó por convertir el alza de precios en una «oportunidad» para «relanzar la agricultura». Aseveró que un aspecto clave para revertir la tendencia alcista del precio de los alimentos será mejorar la producción, para lo que se requiere proveer a los agricultores de los insumos básicos, y advirtió de que lo contrario provocará un agravamiento de la situación el próximo año, ya que el alza de los costes de energía y fertilizantes «obligará a los agricultores a plantar menos».
La ONU advirtió de que la situación generada por la actual crisis alimentaria podría generar nuevas tensiones sociales y situaciones de inestabilidad en muchos países pobres.
Ban Ki-moon instó a la comunidad internacional a donar 2.500 millones de dólares para hacer frente a la crisis alimentaria. El Banco Mundial se plantea crear un fondo para financiar a los países más pobres y ayudar a su agricultura.
La ONU considera un «desafío» sin precedentes la actual explosión de los precios de los alimentos y advierte del riesgo de que aumenten el hambre y la malnutrición y de que estallen disturbios sociales a una escala sin precedentes.
La emergencia mundial que ha generado el encarecimiento generalizado de precios centrará el encuentro de líderes mundiales que ha sido convocado por la FAO y que tendrá lugar en Roma entre los días 3 y el 5 de junio.
La crisis alimentaria está invirtiendo los papeles en la Organización Mundial del Comercio (OMC). Los grandes exportadores agrícolas, tradicionalmente liberales, imponen ahora restricciones a la exportación, mientras que los proteccionistas defienden posiciones liberales.
Para hacer frente a la escasez alimentaria y al alza de los precios de los alimentos, Argentina, Brasil, Vietnam, India y Egipto impusieron recientemente limitaciones a la exportación de algunos productos con el fin de garantizar la seguridad alimentaria de sus poblaciones.
Ahora bien, en las negociaciones de Doha sobre la liberalización del comercio Buenos Aires y Brasilia integran el grupo de Cairns, el más agresivo frente al liberalismo, que pide con insistencia a la UE y a EEUU una reducción de sus aranceles sobre sus productos alimentarios.
Las nuevas medidas adoptadas por estos países en desarrollo sorprenden incluso a sus representantes en Ginebra. Un delegado brasileño indicó a France Presse no entender a su Gobierno, que el jueves anunció la interrupción de sus exportaciones de arroz y la subasta de parte de sus reservas para contener los precios. «Se trata de las reservas públicas y no de la venta por parte de empresas privadas», precisó, al tiempo que reconoció que esta «intervención en los mercados» podría ser mal recibida en las negociaciones en la OMC.
Las protestas no se han hecho esperar y Japón, que impone aranceles especialmente disuasorios a las importaciones de arroz -en torno al 500%- ha pedido que esta cuestión sea abordada hoy en el Comité Agrícola de la OMC.
Según el acuerdo de 1994, los países en vías de desarrollo pueden imponer restricciones a la exportación. Japón propone que estas medidas sean notificadas a la OMC en el plazo de 90 días, que sean justificadas y que no duren más de un año.
Para los observadores, los impuestos a la exportación pueden empeorar el suministro a los más desfavorecidos.
La organización no gubernamental Oxfam pidió a los líderes mundiales ir más allá de una respuesta a corto plazo a esta crisis y resolver sus causas estructurales, que asoció a la escasa inversión en agricultura y a las injustas reglas del comercio mundial.