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Una especie mítica en peligro

La raza del oso pirenaico agoniza por falta de hembras

La muerte de Cannelle en noviembre de 2004 marcó definitivamente el futuro del oso autóctono pirenaico, futuro que ya venía condicionado por la suelta de osos eslovenos en los años 90. Sin hembras con las que poder continuar la especie, Camille y Aspe Oeste están condenados a ser los últimos ejemplares de esta mítica raza. La única solución ahora es introducir hembras procedentes de otros lugares.

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Iñaki VIGOR

René Marquéze, un cazador francés de 65 años de edad, pasará a la historia por haber sido el autor de los disparos que acabaron con la vida de Cannelle, la última osa autóctona del Pirineo. Había sido acusado de «destrucción de especie protegida», pero hace escasos días el Tribunal Correccional de Pau ha dictado sentencia: absuelto. La muerte de Cannelle provocó en su día una gran indignación en amplias capas sociales del Estado francés, no sólo entre grupos ecologistas sino también entre personas contrarias a la acción de los cazadores. A pesar del peso que tiene este lobby escopetero, contrario a la presencia de plantígrados, el Gobierno francés decidió poner en marcha un plan de introducción de osos procedentes de Eslovenia. Y frente a la oposición de una parte de los ganaderos pirenaicos, al final llegaron cinco ejemplares, de los cuales dos murieron al poco tiempo.

Paradójicamente, los osos eslovenos se soltaron en el Pirineo Central, donde ya existen varias zonas oseras gracias a que en 1997 se habían introducido dos hembras y un macho de origen esloveno, ya que los osos autóctonos se extinguieron allí antes que en el Pirineo occidental. En esta última región las zonas oseras han desaparecido precisamente por la falta de hembras.

Los expertos consideran que una zona es «verdaderamente osera» cuando tiene hembras asentadas en ella, porque entonces se crea un trasiego de machos adultos y subadultos que se mueven en el entorno de esas hembras.

Dos de los osos que merodeaban en torno a Cannelle eran Camille y Aspe Oeste, pero desde noviembre de 2004 ya no tienen hembra a la que poder cortejar. Estos son los dos últimos supervivientes autóctonos de una especie que ha convivido durante miles de años con el ser humano en el Pirineo y que ahora vive una triste agonía. Queda un tercer ejemplar, pero también es macho. Se trata de Canelito, hijo híbrido de Cannelle y Nere, este último un macho esloveno que también se mueve por el Pirineo occidental. Canelito es el osezno que quedó huérfano cuando su madre fue abatida frente al Chemin de la Mâture, en el Valle de Aspe. En un principio le pusieron de nombre no oficial Mohícano, en referencia al Ultimo Mohícano, pero al final se ha quedado como Canelito. Con apenas cinco años de edad, tiene posibilidades de cruzar sus genes, en parte pirenaicos, con osas procedentes de otros lugares, al igual que Aspe Oeste, un macho a quien se le atribuye una edad de entre 15 y 18 años. Suyas son las huellas que aparecieron en Aztaparreta y pasaron por Linza al Valle de Aspe. Precisamente Aspe Oeste recibió su nombre porque se movía sobre todo por este valle bearnés, pero en los últimos años ha ampliado su zona de campeo. Su hábitat ocupa un amplio espacio que incluye ambas vertientes del Pirineo, desde Ordesa hasta la Reserva Integral de Aztaparreta, en el Valle de Belagua.

Primavera, la época de celo

«Hemos detectado -informa un experto en osos- que Aspe Oeste ha hecho varias incursiones en el Pirineo navarro-aragonés. Este cambio de costumbres puede ser una respuesta a la desaparición de Cannelle. Al no detectar indicios olorosos de hembras en el Valle de Aspe, abre un poco más el cerco y realiza desplazamientos más largos. Esta actividad suele coincidir con la época de celo, que es en primavera. Es sobre todo en mayo y junio cuando los machos se dispersan más, para intentar de esa forma localizar alguna hembra».

Quien peor lo tiene para dejar descendencia es Camille, el único macho que en los últimos años se ha movido de forma habitual por el Pirineo navarro. Se estima que tiene cerca de 25 años, casi la edad máxima que suelen vivir los osos que no están en cautividad. También se sabe que durante estos años se ha desplazado por regiones más lejanas del Pirineo para intentar aparearse, pero se cree que no ha dejado descendencia, a pesar de que tuvo una compañera en el Valle de Aspe. Esta hembra era Claude, y fue a partir de su muerte, en 1994, cuando Camille comenzó a desplazarse hacia tierras vascas. De hecho, en 1997 aparecieron los primeros indicios de su presencia en el Pirineo navarro, aunque no fue hasta abril de 1998 cuando realizó el primer ataque conocido contra el ganado. En concreto, la noche del 28 al 29 de aquel mes mató a siete ovejas, propiedad de un ganadero de Uztarroze.

Así pues, acaban de cumplirse diez años de aquel primer ataque. En todo este tiempo, Camille ha dado muerte a 675 animales, según los datos del Departamento de Medio Ambiente del Gobierno de Nafarroa, que en esta década ha desembolsado 661.000 euros en concepto de indemnizaciones a los ganaderos afectados. Hay que tener en cuenta que también hay compensaciones para los ganaderos que tienen sus rebaños en zona de riesgo, aunque no sufran ataques.

El último avistamiento de Camille se produjo hace pocas fechas. A principios de abril, un guarda forestal del Valle de Erronkari encontró indicios de oso en una zona poco humanizada y lo comunicó al guarderío del Departamento de Medio Ambiente del Gobierno de Nafarroa. El día 5, sábado, regresó a la misma zona, esta vez en compañía de varios guardas encargados del seguimiento de Camille, y pudieron ver al mítico animal en el entorno de una carroña. Sólo se percató de la presencia de los guardas cuando éstos estaban a una distancia menor de diez metros, y aunque huyó de su presencia de forma muy tranquila y sin ningún signo de violencia, permaneció en la zona para volver a alimentarse en el mismo lugar. Era la primera vez que este macho de casi 150 kilos de peso se mostraba tranquilo en presencia de humanos, ya que ni gruñó ni hizo amago de cargar contra las personas que lo observaban atónitos, casi sin respiración.

Dos días después, y a pesar de que eran más de las ocho de la tarde y había muy poca luz, uno de los guardas consiguió fotografiar a Camille. Las únicas imágenes que se conocían de este plantígrado habían sido obtenidas de noche y mediante cámaras de fototrampeo. La primera de ellas fue tomada en julio de 1999 por dos vecinos de Garde, y el Ejecutivo navarro pagó por ellas 300.000 pesetas. En esta ocasión fueron obtenidas de día y con cámaras normales, lo que supone un gran logro en la historia de este esquivo ejemplar.

Los recientes avistamientos de Camille en el Pirineo navarro han permitido a los técnicos de Medio Ambiente recoger material genético para obtener su ADN y ver la posibilidad de poder individualizarlo. Pero existe un problema: los osos autóctonos pirenaicos tienen tanta consanguinidad entre ellos que la individualización genética resulta complicada. Estos últimos avistamientos han demostrado algo que los técnicos de Medio Ambiente ya conocían desde hace año y medio, y es que Camille padece un problema de caída de pelo en los cuartos traseros. Su pelaje muestra claramente una amplia superficie afectada por una enfermedad que se ha ido agravando con la edad y la consiguiente debilidad del animal, incapaz de regenerar la piel afectada.

El hecho de que fuera avistado durante el día no es extraño, ya que en esta época del año sus principales fuentes de alimentación son pastar hierba y localizar carroña para recuperar el peso perdido en la hibernación. Fuentes del Departamento de Medio Ambiente recuerdan que Camille ha venido realizando ataques al ganado ovino en esta zona, algunos de ellos hace pocos meses. En general, se ha comportado de manera muy esquiva y hasta ahora apenas había sido visto directamente por los vecinos de la comarca y los técnicos de Medio Ambiente. Desde este Departamento se ha reconocido ahora que la población de plantígrados en el Pirineo occidental se considera «técnicamente inviable, después de que fracasaran los intentos por parte del Gobierno francés de introducir una hembra en el territorio que ocupa un núcleo de cuatro machos».

«Puede superar otro invierno»

A pesar de la debilidad mostrada por Camille, expertos navarros confían en que pueda superar al menos otro invierno. «En principio, parece que ya no está en condiciones de reproducirse. No se sabe hasta qué punto es o no fértil, pero no está tan débil como para no poder superar el próximo invierno», opina uno de estos expertos. No obstante, se muestra convencido de que, aunque Camille siga viviendo una temporada más, «estamos siendo testigos de la última agonía de la especie autóctona».

¿Y las hembras eslovacas que fueron introducidas en el Pirineo central no se pueden desplazar hasta el Pirineo occidental? En principio, la respuesta a esta pregunta es que no. Es cierto que una de las hembras traídas desde Eslovenia se alejó bastante del lugar en que había sido liberada, pero fue una excepción. En general, las hembras tienden a moverse poco. Prefieren buscar su propio espacio, acomodarse en un valle, coger una rutina anual de alimentación y echar raíces en ese mismo lugar. Por eso, Camille, Aspe Oeste, Canelito y Nere están condenados a vivir el resto de sus vidas sin aparearse, a no ser que opten por desplazarse hasta el Pirineo central en busca de hembras o se traigan a este reducto del Pirineo occidental.

¿Qué pasará con las compensaciones a ganaderos?

Una cuestión que plantea la probable desaparición de osos del Pirineo navarro es el pago de compensaciones a los ganaderos. Como se sabe, Nafarroa es la zona de Europa donde se pagan las cantidades más elevadas, tanto por ataques del oso al ganado como por la presencia de rebaños en zonas de riesgo. Si los plantígrados dejan de acudir a los montes del Valle de Erronkari, ¿qué ocurrirá con las compensaciones que ahora reciben los pocos ganaderos que mantienen sus rebaños en la zona? El Gobierno todavía no tiene respuesta para esta cuestión. I.V.

«Hay que aprovechar el potencial del oso, su imagen atractiva para el turista»

Los últimos avistamientos de Camille en territorio navarro han coincidido con la ejecución de un programa de medidas destinadas a tratar de conseguir la cohabitación de este animal con los humanos. Una de estas medidas, acordadas entre el Gobierno de Nafarroa y el Ministerio español de Medio Ambiente, ha consistido en una campaña de sensibilización en Erronkari y Zaraitzu.

Dentro de esta campaña, hace unos días estuvo en estos dos valles el coordinador de la Fundación Oso Pardo, Guillermo Palomero, quien invitó al sector turístico a utilizar el «potencial» del oso, tal como se hizo en Asturias y Cantabria, y se está haciendo ya en Aragón y Catalunya. Un dato significativo es que en la Cordillera Cantábrica existen unos 130 osos y existe mucha menos polémica que en el Pirineo, donde se estima que sólo hay una veintena de plantígrados. «El oso debe ser un acto de desarrollo rural. La población tiene que verlo como algo beneficioso, y es legítimo que lo emplee como una marca de calidad turística y medioambiental en una comarca. Si en una zona hay osos, es un signo de que hay naturaleza de alta calidad. Hay que aprovechar ese potencial, esa imagen atractiva para el turista, especializado o no», explicó Palomero. En las jornadas también estuvo el alcalde de Somiedo, Parque Natural asturiano donde osos y humanos parecen vivir en armonía y ecodesarrollo. I.V.

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