Ion Pardo dio la sorpresa en la Vuelta al Bidasoa al imponerse al sprint en la primera etapa. Supuso para el navarro su segunda victoria de amateur y la recompensa a unas cualidades de sprinter a las que poco provecho puede sacar en las carreteras vascas. De hecho, le bautizaron como Jon Boonen en el Seguros Bilbao, equipo en el que se siente cuidado y valorado.

Especialmente agradecido por su brillante victoria está a sus compañeros. «Yo me tenía que guardar por si llegábamos al sprint y al no meter a nadie en la escapada el equipo tuvo que tirar para tratar de ganar conmigo», recuerda. Es consciente de que ha logrado una victoria «muy importante porque en una vuelta como ésta hay mucho nivel y no se consigue todos los días».

De 20 años, debutó el año pasado y se estrenó en Gorliz. En juveniles ganó muchas carreras porque en esa categoría se impone la fuerza y potencia que le sobra a Pardo. Pero en amateur dadas sus características le cuesta pasar la montaña. «Carreras llanas hay pocas y además los puertos casi siempre los ponen al final», explica.

El de Lukin es un corredor batallador. «Muchas veces peco de correr sin cabeza pero hay que intentarlo para dar guerra». Su director Xabier Artetxe le convence para que economice más sus fuerzas «porque me he dado cuenta de que puedo hacer cosas importantes».

No se arrepiente en absoluto de su paso al Seguros Bilbao. «Buscaba seriedad y cuidan muy bien a los corredores, volvería con los ojos cerrados», desvela. Entre risas aclara que el sobrenombre de Jon Boonen se lo adjudicó Mikel Madariaga, creador del equipo. «Madre mía, con llegar a ser menos de la mitad me conformo», asegura el joven corredor.

En profesionales, se fija «en corredores trabajadores» como Txente García. «La labor de gregario me gusta, aunque quizá es la que menos se ve», dice. Su sueño es llegar a profesionales. «No hay que dejar de soñar para conseguirlo», afirma. Es «difícil» y espera que la victoria en Bidasoa sea «un trampolín moral y ganar más carreras».