GARA > Idatzia > Jo puntua

Helen Groome Geógrafa

San Isidro en apuros

San Isidro ni siquiera sopesa ya la opción de ofrecerse como protector de gente de la agricultura de otra religión mediante una conversión al budismo o al hinduismo, ya que en los lugares propios de esas religiones también se echa a la gente del campo

De capa caída, a San Isidro no le apetecía nada la celebración de mañana, el día en que se suponía que le adoraría la gente del campo. Y es que, año tras año, la gente del campo era menos, y él, el gran San Isidro, estaba quedando en ridículo delante de las huestes beatificadas cada 15 de mayo.

Era horrible ver como el San Cristóbal de las narices, año tras año, presumía de más y más personas adeptas, miles de millones si se tiene en cuenta todos los viajes que hoy día realiza la gente. Bueno, lo de las personas adeptas era en teoría, ya que como San Isidro le recordaba a menudo al señorito santo de las personas que viajan, la vasta mayoría de éstas probablemente ni siquiera sabe quién es San Cristóbal. ¡Hasta tienen que llevar una imagen de su santo colgando en sus coches para recordarlo!

Bueno, tampoco lo de los números es lo más importante, como le insiste cada 15 de mayo con un poquito de arrogancia San Mateo de la banca. No es que se pueda decir que hay gran número de banqueros y banqueras, pero sí que generalmente tienen suerte -perdón, que se ve muy recompensada su fe- y ganan un montón de dinero, que para eso están los bancos y se supone que para eso los vela su santo. San Isidro, por su parte, no quería aparentar ser muy materialista, teniendo en cuenta su condición de santo, pero en algunas pocas cosas la gente inglesa le parece muy cuerda: no tienen santos de bancos sino fiestas nacionales dedicadas a los bancos. ¡Toma ya San Mateo!

En fin, al menos la gente del campo sabe quién es San Isidro, aunque él se pregunta algo abatido ¿para qué, si tan poco resultado ha tenido su fe en mí? ¿Y para qué, si no va a quedar nadie dentro de poco? Ni siquiera sopesa ya la opción de ofrecerse como protector de gente de la agricultura de otra religión mediante una conversión al budismo o al hinduismo, ya que en los lugares propios de esas religiones también se echa a la gente del campo. «¡Dios mío! -suspira-, tendré que hacer un lavado de imagen, apuntarme a eso de que lo de los números es lo de menos e insistir que yo, San Isidro, soy santo patrón de pocas personas pero personas con categoría, dueñas de enormes explotaciones agrarias (`haciendas' suena muy bien), de grandes rebaños de ganado, de tractores, de cientos de caballos... Ya, pero esas personas probablemente tienen más trato con San Mateo que conmigo», piensa tristemente.

Bueno, San Isidro decide mantener su habitual cita mañana con la gente de Karrantza, e ir con la cabeza erguida a pesar de que de los cientos de antaño hoy quedan únicamente unas cien familias viviendo de las vacas de leche, a pesar de que parecía que se obligaba ya al comedor escolar a pasar a manos de una gran empresa de catering, otro golpe para la ganadería de carne de vacuno en el Valle (tendría que hablar seriamente con Santo Tomas a ver a qué juega Educación del Gobierno Vasco) y a pesar de que lobos y buitres se ceban de los pocos rebaños que quedan de ovejas (por algo le eludía recientemente el de Asís).

Imprimatu 
Gehitu artikuloa: Delicious Zabaldu
Igo