Oscar Azpilikueta Fernández, de 28 años e ingeniero técnico industrial que trabajaba como coordinador de seguridad y salud en una obra de Renfe, falleció ayer en Tolosa al ser arrollado por un tren. De acuerdo a las primeras informaciones facilitadas por la compañía ferroviaria, esta persona se encontraba desarrollando tareas de inspección del trabajo de otros dos operarios cuando sufrió el impacto lateral de una unidad de Renfe. A la espera de que se dispongan de informes más concretos, la muerte de un trabajador de esta cualificación no deja de resultar, además de paradójica, un tanto reveladora del grado de deterioro de la seguridad en el trabajo. Sin duda no existe el riesgo cero de accidentes, bien que se encargan de repetir el lema los representantes de organizaciones patronales y los responsables institucionales, pero dadas las labores que desempeñaba el fallecido no parece exagerado atribuirle un celo especial en relación a la seguridad que, sin embargo, no ha sido un blindaje lo suficientemente seguro como para evitarle la muerte. Las profundas lagunas en la prevención quedan, si cabe más patentes, tras este nevo accidente laboral.