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Rodrigo Lopez de Arroiabe «Uski» Asparrena

Playa de Bakio

Me alegro que los marineros del Playa de Bakio regresaran a casa sanos y salvos y me solidarizo con ellos por la terrible experiencia que han pasado. Un abrazo y un deseo: que ningún otro pescador sea secuestrado.

Me picó la curiosidad y busqué en un mapa dónde estaba Somalia. Rebusqué en enciclopedias datos sobre ese país africano. No quiero aburriros, pero resaltaré los cinco datos que me parecen más importantes:

-Somalia nace en 1960, cuando los europeos, en este caso británicos e italianos, se van, o son expulsados (según versiones), de esa zona de África.

-El PIB (Producto Interior Bruto) per cápita es de 600 dólares (el nuestro, el de los alaveses, es de más de 47.000 dólares).

-El total es de 5.259.000.000 dólares, y la deuda externa es de 3.000.000.000 dólares.

-Mortalidad infantil: 113'08 por mil habitantes (la nuestra es de 2'9 por mil).

-La esperanza de vida es de 48,84 años (la de los vascos y vascas es de más de 77 años).

En definitiva, Somalia es un país muy empobrecido, que fue esquilmado por las potencias europeas, que está en guerra civil y con sus vecinos casi permanentemente (también como consecuencia de la política colonialista europea del siglo XX), que no tiene sistema educativo ni sanitario, en el que los niños y niñas se mueren de hambre o de enfermedades fáciles de curar, y en el que la mejor expectativa para ellos es cruzar el Mediterráneo en patera y ser un ilegal en Europa.

Si yo hubiese nacido un palmo más abajo en el mapa, pongamos en Somalia, en Etiopía, Eritrea... y viese cómo barcos de pesca europeos vienen a mis costas... probablemente yo sería un pirata.

Nuestros arrantzales quieren escolta de la Marina de Guerra española. Yo no puedo estar de acuerdo. Decimos que los americanos van a cualquier país con su maquinaria de guerra para coger el petróleo y que eso está mal. ¿Y queremos hacer lo mismo? La solución al problema de la piratería en el Índico es otra; quizás pagar todo lo que nos hemos llevado a lo largo del siglo XX (plátanos, madera, carbón...), o al menos condonar la «deuda externa» que sólo con los intereses anuales hipoteca cualquier posibilidad de mejorar su vida. Además sabemos que el dinero que les prestamos es para que nos compren cosas, sobre todo armas (¿quiénes son los clientes de las fábricas de armas de Euskadi?). La deuda externa de los países empobrecidos es terrorismo económico.

Si hemos terminado ya con la pesca en el Cantábrico (acordaos de la anchoa) y la que queda está demasiado contaminada (toda la basura acaba en el mar) para que la podamos consumir, regalémosles los barcos a ellos (en compensación por todo lo que nos hemos llevado de África) y que pesquen en sus aguas, que alimenten a sus niños y niñas, y si les sobra pescado que nos lo vendan y con el dinero que ganen podrán hacer escuelas y hospitales. Quizás así terminen sus guerras, que no son otra cosa que las guerras de la pobreza.

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