«La salud de Jon se deteriora rápidamente, está envejeciendo a pasos agigantados»
Gregorio Agirre participó en la rueda de prensa que Etxerat ofreció ayer en Bilbo. Su testimonio destila dolor, amargura y rabia, pero también la determinación de seguir luchando para que su primo, Jon Agirre Agiriano, y los presos vascos que se encuentran en su misma situación, abandonen la cárcel.
Jon Agirre Agiriano nació en 1942. Tiene, por lo tanto, 66 años y ha pasado 27 en la cárcel. En octubre de 2006 cumplió su pena íntegramente, pero le ha sido aplicada la doctrina del Tribunal Supremo que sitúa la nueva fecha de excarcelación en el 3 de mayo de 2011. Tiene artrosis general, diabetes, riesgo de infarto, una hernia discal y una prótesis en la cadera. Su primo Gregorio habla de su situación.
La situación de Jon es un ejemplo sangrante de la situación que viven los presos políticos vascos. ¿Cómo lo viven los familiares?
Bastante mal, porque vemos cómo Jon se está deteriorando muy rápidamente y envejece a pasos agigantados. En la cárcel de Málaga estaba en silla de ruedas y conseguimos traerlo a Langraiz. Le operaron de una cadera en Donostia y eso mejoró un poco su situación, pero la enfermedad está minando su salud cada vez más rápidamente y lo tienen tirado como a un trapo.
El Gobierno español se niega a excarcelar a Jon, a pesar de su grave estado, ¿A qué creen que se debe este ensañamiento?
Su política es la de «al enemigo, ni agua». Y hemos llegado a tal punto, que incluso la Dirección de la cárcel ha pedido la aplicación del artículo 92 y la Audiencia Nacional se ha negado a concederlo.
Las peticiones de liberar a su primo han sido numerosas, sin embargo, no ha habido respuesta. ¿Esperan algo de las instituciones?
Las instituciones no tienen ni voluntad ni margen de maniobra. En lo que a nosotros se refiere, todas están bajo el control de la Audiencia Nacional y no hay nada que hacer. Además, los políticos no muestran ninguna intención de solucionar la cruda situación por la que atravesamos. Sólo nos queda seguir luchando, porque si no nos movemos nosotros nadie más lo va a hacer.