Maite SOROA
No lo tiene tan fácil San Gil
Ya empiezan, desde las filas de la puritita derechona, a asomar las primeras y lacerantes críticas a María San Gil por el espectáculo de división que está ofreciendo. Ayer Edurne Uriarte, desde las páginas de «Abc», le zurraba de lo lindo a la gallarda donostiarra.
Relataba Uriarte que «un amigo mío, militante del PP vasco, me llamó el domingo por la noche. Estaba muy sorprendido. Él, que es de los que cree firmemente en la disciplina de partido, no alcanzaba a imaginar razones lo suficientemente poderosas como para que su presidenta provocara la profunda crisis que acababa de conocer». O sea, el tío, estaba sorprendido.
Y va a más: «Volvió a llamarme el lunes por la noche. La sorpresa se había convertido en irritación. Había leído la ponencia. `La firmaría con entusiasmo mi padre', me dijo. Su padre, aclarémoslo, es el barómetro utilizado por mi amigo, un centrista, para conocer la posición del ala más dura de su partido». O sea, un fachongo de los de toda la vida, de la ultraderecha que se encuentra cómoda en el PP.
Uriarte sube el tono en su relato -seguramente imaginado- y advierte que «me llamó nuevamente ayer, después de la rueda de prensa de María San Gil. Ahora estaba enfadado. Tanto que, él, un disciplinado, quería que los dirigentes del PP vasco se saltaran la consigna de silencio lanzada por Rajoy y salieran a contar lo que está pasando allí desde el domingo». ¡Qué misterio!
Una creía que pasaría la noche en vela, pero Uriarte nos lo cuenta: «el PP vasco, una gran mayoría, está muy enfadado con la decisión de San Gil. No sólo porque les parece incomprensible que no firmara esa ponencia. También por las formas, porque San Gil sólo llamara a los dirigentes vascos una vez lanzado el bombazo, con los hechos consumados. Y porque su presidenta se haya olvidado de todos ellos, de la gran mayoría del PP vasco que sí apoya a Rajoy, a la hora de tomar su decisión. Por si faltara algo, aún hubo una guinda en la rueda de prensa. San Gil anunció un congreso en julio que tampoco había comunicado previamente a sus compañeros». Ya ven cómo bajan las aguas por la casa del PP. Y eso, a Uriarte, le duele.