Fede de los Ríos
Bush, el sexo y el bacalao
Israel es el hogar del pueblo elegido», ha declarado el profeta G. Bush en el Parlamento israelí al celebrar el 60 aniversario del nacimiento del Estado judío: «Masada nunca volverá a caer porque EUA estará a vuestro lado» En ese momento los de tirabuzones y cabezas achichonadas por repetitivos golpes contra el muro de las lamentaciones, literalmente, se han corrido. Tendrán que volver a embestir al muro, porque, como todos sabemos, Yavé condena la pérdida de toda semilla.
Masada es considerado por los de la kipá como el último reducto de resistencia judía frente al imperio romano. Allí dicen, en la fortaleza construida por Herodes, aquel amante de los niños, resistieron zelotes y sicarios (las facciones judías más broncas) al invasor romano. Cuando no pudieron más, el 2 de mayo del año 73, se suicidaron en alegre comandita.
Lo siento, Espe, resulta que ni Sagunto, ni Numancia, ni siquiera el 2 de Mayo resultan ser genuinamente españoles. Los mitos es lo que tienen, su universalidad.
Dijo, el ex alcohólico, que las oraciones del pueblo estadounidense están con Ariel Sharon, aquel responsable de las matanzas de Sabra y Chatila entre otras, que lleva dos años en coma por una hemorragia cerebral. No se sabe si por bendición de Yavé o por su entusiasmo con el Muro.
Asimismo el amigo de Ansar informó de que la batalla que libra EEUU junto a Israel es «una vieja batalla entre el bien y el mal». Ellos, perspicaz lector, lo habrás adivinado, son el bando de los buenos.
Cristianos y judíos superan viejas inquinas lanzándose al combate contra ateos y palestinos. Dios contra el Diablo.
Por eso Chávez se equivoca al confundir el olor de azufre con el de bourbon. Satán, querido Hugo, fue el primer ser compasivo de la Historia. Como Prometeo, que se enfrentó a Zeus para dar el fuego a los hombres, Satán nos sacó de la animalidad, dándonos el raciocinio. Gracias a Él sabemos del bien y del mal, tenemos ciencia. Y el sexo, que no es paja (valga la expresión).
Aunque de esto último poseamos vanos recuerdos y alguna esperanza, mientras podemos consolarnos, gracias al fuego, con un bacalao al pil pil. Que ni tan mal. Porque puestos en la tesitura de elegir entre Jehová y sus profetas o unas cocochas, qué queréis que os diga... no hay color. Si además suena la flauta y hay sexo, ríete tú del cielo con el peñazo de sus liras.