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Enric Juliana 2008/5/13

El puñal del godo

LA VANGUARDIA

Jaime Mayor Oreja podría figurar en la lista de los reyes godos. Por su aspecto físico y por su habilidad en la intriga. Bajo la apariencia de un afable barón medieval hay una personalidad astuta y una mentalidad predispuesta al choque. Mayor es de linaje vasco. Y democristiano de filiación, es decir, hábil, muy hábil, en el ataque por sorpresa.

En época de José María Aznar, el entonces ministro del Interior puntuaba alto en todas las encuestas: su habla sosegada, su barba señorial y su serenidad antigua tranquilizaban al personal. Mayor parecía el ministro más moderado del aznarato (Javier Tusell) y de la aznaridad (Manuel Vázquez Montalbán).

Moderado lo parecía, pero Mayor no tardaría en convertirse en el más acérrimo defensor de la visión balcánica de España, que posteriormente Aznar haría suya, superada la fase del catalán en la intimidad y de los arrumacos con Xabier Arzalluz y Juan José Ibarretxe en el aeropuerto bilbaíno de Sondika, cuando el PNV ostentaba el titulo de «socio preferente». (...)

El desarrollo ideológico de una visión agónica y sufriente de España, capaz de generar una sólida mayoría social bajo la bandera del antinacionalismo es obra de Mayor y de sus intelectuales amigos (y protegidos). El viejo choque del carnero. La estrategia de polarización importada del neoconservadurismo norteamericano. (...)

Mayor se refugió en el Parlamento Europeo tras haber figurado infructuosamente en la terna sucesoria del aznarato. Desde Bruselas, sin embargo, el de San Sebastián sigue teniendo mando a distancia sobre el PP vasco y los círculos periodísticos e intelectuales afines. Por ello, cuando declaró hace unos días que el PP se enfrenta "al momento más difícil y crítico desde su refundación", Jaime Mayor lanzaba una señal de fondo, quién sabe si concertada con Esperanza Aguirre y el propio Aznar.

(...) Pero hay más. El morbo gótico. La pulsión autodestructiva que persigue a la derecha española desde los tiempos del rey Sigerico, que sólo Aznar pareció conjurar con su adusto ademán. Rajoy ganará el congreso de Valencia, pero le esperan días difíciles. Puñales, puñales.

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