Los hombres fuertes de este Giro aprovechan la más mínima oportunidad. Para testar a sus rivales, para asustarles, para sumar bonificaciones o, lógicamente, para engordar su palmarés. En la primera semana de carrera, habitualmente acondicionada para velocistas o aventureros, las opciones de éstos se han reducido considerablemente, merced al hambre de los candidatos al triunfo final y, evidentemente, a unos trazados propicios para la pelea.

De momento, el que mayor partido ha sacado a las circunstancias ha sido Riccardo Riccó, que ayer sumó su segunda victoria y volvió a rascar segundos a sus principales rivales, en vísperas de la contrarreloj del martes, que el de Módena afronta consciente de sus limitaciones. Tampoco Di Luca se limita a verlas venir y ayer, de hecho, protagonizó la ascensión más espectacular en los tres kilómetros finales; comenzó en la cola del pelotón y fue capaz de remontar hasta la cabeza del grupo, pese al fuerte ritmo que había impuesto allí Leonardo Piepoli, para saltar, incluso, en los últimos metros, con una potencia a la que sólo Riccó, Rebellin y un Bettini que volvió a morder el polvo, pudieron responder.

Hasta la emoción del último tramo, la historia de los 208 kilómetros entre Rivisondoli y Tivoli había pasado por la habitual escapada. Alessandro Spezialetti, Mathieu Perget, Adam Hansen, Fortunato Baliani y Daniele Nardello saltaban en el kilómetro 42. Pero el Quick Step de Bettini y el líder, el Saunier de Riccó y Piepoli, e incluso del Gerolsteiner de Rebellin, impidieron que su ventaja superase los seis minutos.

Hansen fue el que más aguantó, y sus dotes de contrarrelojista le permitieron incluso soñar con el triunfo, pero acabó siendo igualmente engullido, ya en las duras rampas de Tivoli. A partir de ahí llegó el turno de los peces gordos, entre los que volvió a sobresalir Riccó.

Klöden, favorito para Di Luca

«Cuando he atrapado a Di Luca -que probó en los últimos metros-, me he dado cuenta de que podía ganar», aseguró el de Saunier, de nuevo agradecido a su equipo y sobre todo a Piepoli. «Ha vuelto a estar indescriptible. Parte de la victoria es suya».

Di Luca, por su parte, explicó que no había «querido arriesgar en el descenso» y de ahí que llegase a la rampa final en desventaja. El vencedor del último Giro, por cierto, sigue pensando, pese a lo visto estos días que Andreas Klöden «es nuestro principal rival, no sólo para la contrarreloj, sino para la victoria en la general. Más que Riccó», aseguró.

Lo cierto es que todos ellos pueden tomarse hoy un pequeño respiro, con una etapa larga (218 kilómetros), totalmente llana y llamada a decidirse al sprint, entre Cicitavecchia y San Vincenzo.