Relevo en la dirección de LAB en el 7º congreso
«El movimiento sindical abertzale debe ser sujeto de cambio social y político»
Rafa Diez | Secretario general de LAB
Juanjo BASTERRA | BILBO
Entre los días 22 y 23 de mayo, el BEC de Barakaldo será escenario del 7º Congreso de LAB. Treinta años antes, en Leioa, se realizó el primer congreso de una recién nacida organización sindical de clase, abertzale y con el objetivo de ser uno de los motores hacia una Euskal Herria independiente y socialista. Ese compromiso se mantiene.
Será la despedida de Rafa Díez al frente del sindicato. Más de la mitad de su vida la ha dedicado a LAB. También ha participado de la vida política desde la izquierda abertzale en el Congreso español y en el Parlamento de Gasteiz, y entre los contactos entre ETA y el Gobierno español en los años ochenta. En definitiva, una intensa y larga actividad que no termina, porque seguirá ligado al sindicato, aunque fuera de su estructura organizativa.
En la actualidad el sindicato es más fuerte que nunca, ha incrementado en un 22,2% su afiliación en cinco años, ha logrado niveles de representatividad históricos, ¿cómo se aborda el 7º congreso?
Con tres conceptos que sintetizan la reflexión: cambio, eficacia y lucha. LAB quiere ser sujeto para el cambio político que permita a este país ser reconocido como tal, que se respete la voluntad libre y democráticamente expresada por la ciudadanía. Cambio desde una perspectiva social. Queremos refle- jar que las políticas neoliberales de todas las administraciones se pueden eliminar y que es posible desde un concepto de reparto de la riqueza abordar un cambio económico y social de otra naturaleza. La palabra determinante es cambio. El éxito de nuestro trabajo radica en la naturaleza de contrapoder en términos políticos y sociales, en hacer ver a los trabajadores que hay alternativa, por lo tanto nuestra eficacia en la intervención en las empresas y en la sociedad es otra referencia. Y en tercer lugar, la lucha. Nada se nos va a regalar en términos políticos ni de modelo social, porque hay un nivel de confrontación de intereses. El sindi- calismo abertzale tiene que ser consciente de que es a través de la movilización social, desde donde se puede ir ganando espacio a otro modelo social y político.
¿Supone un reconocimiento internacional a LAB el haber entrado a formar parte de la Federación Sindical Mundial (FSM)?
La entrada como afiliado con todas las garantías en la FSM en diciembre de 2005, ha sido un elemento de reconocimiento, tanto de Euskal Herria como nación, como de LAB como sindicato de clase. Frente a internacionales sindicales que, de una u otra manera, aceptan la derrota ideológica y se convierten en meros apéndices de los actuales modelos económicos y sociales, creemos que la FSM se sitúa en el grado de coordinación que el sindicalismo de clase estratégicamente debe ir desarrollando para el futuro. Por eso, estamos en la FSM, en la secretaría de Europa y somos anfitriones del congreso de la UIS del Metal y la Minería que se va a celebrar en Donostia, a partir de mañana, con la participación de organizaciones sindicales de más de 50 países todo el mundo.
¿Qué se debe hacer cuando en los últimos quince años de crecimiento económico los salarios reales sólo han crecido un 1,5% y sin embargo los resultados empresariales son los mayores de la historia?
Hay un ciclo de crecimiento económico que no está conllevando políticas de reparto de la riqueza. Se ve en la referencia de beneficios empresariales y salarios, pero también está en la política presupuestaria de las administraciones públicas, que se convierten en el ADN de la política social de un gobierno. La realidad objetiva en el conjunto de Hego Euskal Herria es que ese ciclo económico no ha generado ni bases sólidas para el desarrollo del tejido económico ni industrial del país, ni en políticas de reparto de riqueza.
¿Se está primando al neoliberalismo económico?
Esa idea que se viene desarrollado de más mercado y menos estado, lo que está generando es una mayor dictadura de mercado sobre el conjunto de la sociedad. Por lo tanto hay que hacer un diagnóstico muy serio de cuál es la fase que vive el capitalismo con todo este neoliberalismo económico e ideológico y saber que el sindicalismo de clase y los espacios de izquierda social tienen que generar contrapoder y alternativas que abran otro futuro posible.
¿Está marcando América Latina el contrapunto en este tema?
Vemos con una cierta expectativa e interés todo lo que está sucediendo en América Latina en donde hay espacios de izquierda social y política que logran generar nuevas correlaciones de fuerza y abrir expec- tativas a cambios, que serán limitados, pero que pueden significar alternativas al estatus quo que el neoliberalismo quiere plantear.
¿Se puede avanzar hacia la unidad sindical en este momento de desaceleración económica?
Tenemos claro que la división sindical en sí misma crea una situación de debilidad al movimiento sindical, por lo tanto a la clase trabajadora. Es necesario un nivel de confluencia, de convergencia sobre contenidos y líneas de intervención y movilización. Dicho eso, tampoco hacemos de la unidad sindical un fin en si mismo. No se puede hacer de la unidad un fetiche y automáticamente considerar que soluciona el problema que tiene el movimiento sindical y el movimiento obrero en su dialéctica y en su pulso con la patronal privada y pública.
¿Sobre qué contenidos se debería de hacer?
Es importante converger, confluir, acumular fuerzas, pero se tiene que dar en función de contenidos, en función de líneas de trabajo. Creo que en Euskal Herria tenemos un modelo que funcionó, que nos permitió reforzar el papel del sindicalismo, que puso a la patronal pública y privada a la defensiva, y funcionó. Desde 1995 a 1999 con la reivindicación de reducción de la jornada laboral a las 35 horas y el salario social, con esas referencias como banderín de enganche y con una intervención sobre esos objetivos, tanto a nivel intersectorial, sectorial y de empresa, el sindicalismo vasco fue capaz de reforzar su posición de interlocutor en el ámbito de la negociación en concepto de diálogo social, sectorial y de empresa y, evidentemente, logramos también organizar a los trabajadores en ese nivel de objetivos. Hoy tenemos que empezar a construir algo de similar naturaleza en torno a la calidad del empleo, la protección social, la salud laboral. Tenemos que generar niveles de propuesta que se conviertan en un banderín de enganche que permita realmente al sindicalismo acumular fuerzas en contenidos, pero sobre todo, en dialéctica social. Tendríamos que dar pasos resolutivos, porque lo demás en este momento, la actual situación de competencia sindical y la situación de división sindical nos lleva a una intervención micro en la empresa, al margen de otra intervención más general y global en la que creo que el término de eficacia y fuerza del movimiento sindical se resiente.
¿Piensa en ELA, ESK, HIRU y STEE-EILAS?
Pienso evidentemente en ELA por el discurso que plantea en términos políticos y en términos sindicales. Creemos que debemos pasar a una práctica que sitúe al movimiento sindical abertzale en un papel de sujeto real, tanto en el cambio político y en el cambio social. Significa cambiar la correlación de fuerzas, en nuestro papel de contrapoder tanto con las administraciones públicas, como con la patronal.
Lo cierto es que el mayor grado de tensión hacia la patronal y hacia los gobiernos de Gasteiz e Iruñea surgió de la unidad de acción en torno a las 35 horas, el Marco Vasco de Relaciones Laborales, la declaración sobre el Aberri Eguna, etc.
Ambas organizaciones tuvimos un nivel de colaboración que sirvió en buena medida para desgastar el marco autonómico estatutario surgido de la transición. De 1994 a 1995 hasta lo que fue Lizarra Garazi, ELA y LAB decíamos que ese marco estaba agotado, que no tenía proyección estratégica y que había que situar bases políticas de diferente naturaleza y para el desarrollo de las temáticas económicas y sociales. De ahí surge el marco vasco de relaciones laborales, el espacio socieconómico vasco... En una coyuntura en la que se está jugando el carácter de cambio político de este país, poder abrir otro ciclo político desde el reconocimiento nacional y que permita otra dialéctica en correlaciones de fuerzas económicas y sociales. Apostamos porque el sindicalismo abertzale tenga niveles de colaboración de perfil táctico-estratégico, por encima de niveles de coyunturalismos y de cortoplacismos, que estén bien enraizados por posiciones en torno al modelo institucional, económico, social, acción sindical y línea de intervención en las empresas y en la sociedad. El sindicalismo abertzale tiene que ser un sujeto para impulsar otro ciclo político, para impulsar un cambio político y social. Tenemos que definir esos contornos, y tenemos que jugar un papel no sustitutorio de los partidos políticos, pero sí un papel propio. Ahí es donde queremos ubicar en los próximos años el papel de LAB y el del sindicalismo abertzale en su conjunto. Es una reflexión de fondo, seria y es necesaria. Si hay voluntad de acumular fuerzas, será posible.
¿Van a dejar los organismos sociolaborales?
Hay una realidad objetiva: el marco jurídico político está agotado y, como consecuencia de ello, hay unos espacios de interlocución social que están agotados y son estériles. Es la referencia del CRL, después de la espan- tada que dio Confebask en el año 2000 de la Mesa de Empleo; del CES; de Hobetuz, de la salud laboral, de la realidad de diálogo social de Nafarroa. Creemos que el modelo jurídico actual, condena al sindicalismo abertzale a jugar el papel de convidado de piedra o como agente que da cobertura a su estructura política. Las políticas neoliberales desde Gasteiz e Iruñea están pretendiendo ningunear al sindicalismo. Es así, si realmente se trata de un sindicalismo que trata de abordar las cuestiones de fondo que preocupan en la disputa de poder y en la disputa de condiciones laborales y de rentas a los trabajadores. Si quieres hacer sindicalismo de acompañamiento, como CCOO y UGT, siempre tendrás sitio en ese modelo de interlocución social.
Pero, no me ha dicho si se van El congreso nos ha paralizado el debate. Lo concreto es que ELA y LAB hemos abandonado la reunión de la permanente del CES ante el bloqueo que ha impuesto Confebask en relación a no promocionar unas jornadas de reflexión y debate sobre el TAV, que es la mayor inversión por impacto económico y medioambiental que se va a hacer en este país en los cinco o diez próximos años. Confebask no puede condicionar el funcionamiento del CES de esa manera. Eso lo tenemos claro.
¿Han hecho los gobiernos de Gasteiz e Iruñea una dejación de la política económica, de empleo y social?
La mentalidad de los gobiernos, por el tipo de políticas económicas y sociales que aplican, es la de un consejo de administración de empresa privada. Para medir las políticas presupuestarias y las fiscales, cómo recaudas y cómo repartes, ambos, dirigidos por UPN y PNV, desa- rrollan políticas fiscales recaudatorias que gravan la renta de los trabajadores y facilitan la posición fiscal de las rentas de capital. Los datos de protección social, publicados recientemente, indican que nos encontramos en las peores posiciones. Las políticas de PNV y UPN han estado atravesadas por ese modelo neoliberal, hacen de la administración pública más lo que sería la administración de una multinacional.
¿Qué opina de las nuevas reformas que va a aplicar el Gobierno español, una vez que ha anunciado ya nuevas actuaciones en materia de empleo y protección social?
Venimos de una legislatura del PSOE con reformas laborales y de Seguridad Social, vamos a entrar en una nueva con nuevas reformas y ataques a la protección social. Es lo que están demandando los empresarios por activa y por pasiva. En el actual marco jurídico y político en Euskal Herria estamos sufriendo una cadena de poder político en el que las reformas laborales se imponen sin condicionamiento de las administraciones de Gasteiz y Iruñea. Es importante que entre reformas laborales y protección social seamos capaces no sólo de generar unnivel de crítica de contenidos, sino que también sepamos determinar y generar un espacio de reivindicación, de propuesta y de movilización que pueda realmente obligar a las patronales y a las administraciones públicas a otro tipo de diálogo social.
¿Cómo califica la actuación del Tribunal Vasco de Defensa de la Competencia que amenaza con interferir y paralizar la labor de los sindicatos?
Una prueba evidente de cómo se sitúa la Administración y las estructuras satélites de la misma en la relación del mundo económico y sindical. Desde la óptica del colectivo trabajador, nos parece impresentable que a los trabajadores nos venga este sistema de competencia, que es un estamento que está defendiendo los intereses del mercado y de las del grandes superficies, por encima de las decisiones de los trabajadores y los sindicatos. Es el espejo donde se retrata lo más reaccionario en posición económica y modelo social. Es una entidad que no es neutra y conecta con la filosofía que plantea Ibarretxe.
«Etxaide tiene la capacidad para asumir la secretaría general»
¿Cómo ve a LAB en este momento?
LAB es una organización situada en el universo político de la izquierda abertzale, con raíces sólidas, con señas de identidad, con referencias estratégicas en la búsqueda de una Euskal Herria independiente y socialista, con un modelo sindical pivotado en una concepción de clase. LAB es una organización sólida. Creo que está en condiciones para afrontar la renovación humana, con nuevo protagonismo de los militantes jóvenes y mujeres. Espero que sea una palanca que active el proyecto de LAB, que tiene una proyección estratégica de país. Esta organización está llamada a jugar un papel importante en el tablero social y político de Euskal Herria.
¿Como ve a Ainhoa Etxaide, que ha trabajado en los últimos años codo con codo con usted?
Es una persona que tiene un recorrido importante en la organización. Lleva 12 años en diferentes funciones. Ha crecido en LAB y ha vivido en esos parámetros. Tiene la «pasta» para asumir la responsabilidad de secretaria general y dinamizar un equipo que realmente vaya impulsando el proyecto. Estamos ante un congreso que, con independencia de cambios, no significa un punto final de la aportación de muchos militantes, incluido yo; vamos a seguir trabajando. LAB es, lo ha sido y será un sindicato de militantes, de personas que trabajan por un proyecto sindical, en coordinadas políticas determinadas, que evidentemente tiene que facilitar la participación de delegados y delegadas y de afiliación. Es un sindicato de militantes.
¿Qué va a hacer a partir del 26 de mayo?
Se va a formar una especie de gabinete para el análisis y proyectos estratégicos donde vamos a estar personas del sindicato, aunque fuera de la estructura de la organización, para trasladar aportaciones horizontales. Tenemos cosas que seguir aportando. El termino jubilación no existe en lo que es la militancia social y política, más allá de cubrir etapas. J. B.
«Ibarretxe y el PNV juegan con el anhelo de este pueblo»
Se cumple un año de las conversaciones de Batasuna y PSOE y entre ETA y el Gobierno español, ¿qué balance hace?
Más allá de la crónica de sucesos de un año, en la que podemos incluir todas las actuaciones del Gobierno español, ilegalizaciones, detenciones y todas las realidades de violencia con las que convivimos, hay una realidad que es objetiva: Loiola. Los contenidos de Loiola se sitúan en el centro del debate político demostrando que en esos contenidos están los mimbres de las soluciones políticas al conflicto. En su momento se dijo y se hablaba por parte de Ibarretxe y muchos sectores políticos que la izquierda abertzale rompió el proceso de negociación. Es curioso, pero los mismos que decían eso, ahora plantean una especie de sucedáneo de Loiola y se rasgan las vestiduras cuando Rodríguez Zapatero dice no a eso. Entonces, ¿quién rompió el proceso de negociación? Si el «no» actual de Zapatero a las propuestas y planteamientos significa que también dijo que «no» a los planteamientos que podían haber abierto un proceso de solución negociada.
¿Qué se puede esperar?
El objetivo es que este país sigue estando en un tránsito entre dos ciclos políticos, donde las claves para situar la negociación y el acuerdo político siguen estando en unos contenidos que la izquierda abertzale ha defendido y que se sustentan, fundamentalmente, en ese reconocimiento nacional del respeto al derecho a decidir en el conjunto de los territorios vascos. Para llegar a Loiola tuvimos que pasar por Lizarra Garazi, es decir, desde Lizarra Garazi se hizo un recorrido que posibilitó que realmente en Loiola se identificaran los mimbres para un acuerdo político y otro ciclo político. Para consolidar Loiola también va a ser necesario generar una acumulación de fuerzas que permita a la sociedad vasca impulsar un proceso definitivo de solución negociada en los términos políticos que, de una u otra manera, se reflejaron en Loiola.
¿Cómo valora el paso dado por el lehendakari Ibarretxe al poner un borrador de las conversaciones encima de la mesa y qué cree que pretende?
La primera reflexión que se me ocurre es que el PNV ha concedido a Ibarretxe un espacio de protagonismo limitado, con todo lo que estamos viendo en las políticas de colaboración entre el PNV y el PSOE. No se puede jugar con propuestas que, de una u otra manera, se utilizan de manera táctica, partidista y electorialista. Hace falta más seriedad, más claridad y, desde luego, evitar que tal o cual movimiento solamente responda a intereses cortoplacistas y partidistas, repito. Cuando en el proceso de negociación política el PNV se situó donde se situó, que ahora Ibarretxe haga una especie de dumping a una propuesta que tuvo como máximo protagonista a la interlocución de la izquierda abertzale nos parece que es jugar con las expectativas, anhelos y deseos de la sociedad vasca. Esa es una victoria de la izquierda abertzale, por activa o por pasiva, porque el debate está centrado en los contenidos de Loiola que pudieron ser la llave a la solución al conflicto.
¿Cómo ve la situación de la izquerda abertzale?
El Gobierno español está pretendiendo condicionar el papel de la izquierda abertzale en esta coyuntura política, tanto en el papel de interlocutor como en su incidencia en el tablero político. Así hay que entender esa estrategia de ilegalización y represión masiva. Son terapias ya utilizadas sobre las que no va a poder construir escenarios ni de diálogo ni negociación. La izquierda abertzale apostará por soluciones políticas. En la legislatura pasada pasó lo que pasó. Todos tendrán que hacer balance, también Zapatero, por lo que tenemos otra legislatura donde sería indispensable volver a regenerar espacios de diálogo, negociación y acuerdo y, por supuesto, hay que dar por terminado todo tipo políticas represivas que está utilizando Madrid. J. BASTERRA