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Maite SOROA

El manual para ocultar la tortura

Ayer la totalidad de los medios impresos -de aquí y de allá- centraron sus editoriales en el homenaje de Ibarretxe a una parte de las víctimas del conflicto. Hubo de todo, aunque el promotor no podrá evitar el sabor amargo de la crítica por cinismo. La cosa empezó la víspera en «La Razón», donde Carmen Gurruchaga daba una lección magistral de despropósitos.

Decía la columnista del periódico ultrafachón que «siempre hay algún experto en enrarecer el ambiente entre políticos y, en este caso, entre nacionalistas y constitucionalistas». ¿Quien será? Lo responde a renglón seguido: «El próximo martes, Zapatero recibe a Ibarretxe, quien llevará consigo la misiva de cinco folios que envió hace unos días al inquilino de La Moncloa en la que proponía la bilateralidad en las relaciones entre los Gobiernos central y vasco y el reconocimiento del derecho de autodeterminación. Si este encuentro se frustra no podrá atribuirse el hecho a socialistas o populares por haber generado una situación complicada, sino a quienes resultan más próximos al mandatario vasco. ETA, porque ha asesinado a un guardia civil una semana antes de esta importante cita y el foro autonómico, porque no ha tenido mejor ocurrencia que aprobar una moción en la que se acusa al Gobierno de amparar las torturas y a los agentes torturadores de etarras». Ahí está el meollo del asunto. Ya verán.

Según Gurruchaga: «Todo el mundo sabe que ETA da instrucciones a sus militantes para que denuncien torturas tras ser detenidos. Por ello, a pesar de conocerse la estrategia etarra, se investigan todas las denuncias». Hace falta tener el rostro de cemento...

Y más aún: «Lo que hizo el viernes el Parlamento vasco fue dar por válido el manual del terrorista detenido y confundir, una vez más, a las víctimas con los verdugos. Algún día tendrán que explicar por qué en menos de 24 horas olvidan a los asesinados y tienen siempre tan presentes los derechos de los asesinos, aunque no consta que hayan sido violados». Lo que debería hacer Gurruchaga si fuera periodista de verdad y no un lorito de las fuentes dudosas, es mostrar ese tan mentado «manual del terrorista detenido». No se atreverá.

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