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NBA

Boston se deshace de LeBron y alcanza la ansiada final del Este

Los Celtics jugarán ante Detroit Pistons su primera final de Conferencia en dos décadas, tras derrotar a los Cleveland Cavaliers en un séptimo partido épico en el que Paul Pierce, con 41 puntos, se llevó el gato al agua ante los 45 de un LeBron James destronado

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Izkander FERNÁNDEZ | BILBO

El transcurso de la eliminatoria de semifinales de la Conferencia Este entre Boston Celtics y Cleveland Cavaliers fue similar al de un duelo de pistoleros. Por los Celtics, con una nómina más extensa, le tocó desenfundar a Paul Pierce. En Cleveland no cabía ninguna sorpresa, LeBron James, el rey de los excesos, era quien se encaraba a Pierce en la distancia del callejón.

Si Paul Pierce convertía un tiro complicado, LeBron James contestaba. Si Pierce penetraba, LeBron hacía lo propio. Como una sombra. Como una imagen reflejada en un espejo. Así fue durante todo el partido. Una carrera en la que dos de los mejores jugadores de la NBA tiraban del carro en busca de la siguiente eliminatoria. Al final, gracias a la mayor profundidad y oferta de los Celtics, fueron los verdes de Boston los que consiguieron el paso a la final de la Conferencia Este tras derrotar a los Cavaliers por 97-92.

Duelo de leyenda

Por momentos, lo de la madrugada del lunes recordó a otra histórica y apasionante cita de play offs de hace 20 años, cuando también en el séptimo partido de semifinales de Conferencia, Dominique Wilkins y Larry Bird se batieron en duelo en busca de la gloria. El resultado fue similar, Bird se llevó el gato al agua y los Celtics alcanzaron la final. Les esperaban los Pistons de Detroit. Exactamente el mismo equipo que espera a los actuales Celtics del big three.

Pierce anotó 41 puntos, James 45 y los Celtics mantuvieron la imbatibilidad durante los actuales play offs en su cancha, donde recibirá a los Pistons hoy y el jueves. «Me siento muy bien. Es una sensación agradable», declaraba un feliz y sonriente Paul Pierce tras el final del partido. Sabedor de la importancia de su gesta, Pierce se quedó en la cancha. La lucha de egos, el exceso de protagonismos, hizo que tanto Kevin Garnett como Ray Allen, los otros extremos del gran triángulo bostoniano, corriesen por el túnel de vestuarios como alma que lleva el diablo. Ajenos a la celebración. Estériles ante la efeméride. «Sabíamos que sería una serie dura, muy dura», añadía Pierce, el centro de todas las miradas.

Por alguna extraña razón, a Pierce le sonrió la suerte desde el principio, y es que en una encarnizada eliminatoria en la que siempre ganó el equipo de casa, la marea verde que reventó el Boston Garden, coreó su mote, «La verdad», cuando la megafonía lo presentaba. El público lo había elegido. Sin embargo, a LeBron le gritaban: «Hoy no es el día». James luchó, pero definitivamente, no fue el día.

Hay algo que convierte a la NBA en una competición de fans, niños malcriados y nuevos ricos. Deportistas que quieren ser leyenda y que, a nada que tengan algo en el cerebro, estudian la leyenda, por aquello de que el mimetismo ayuda.

Fue LeBron el primero en hacer alusión al apasionante duelo entre Wilkins y Bird 20 años atrás. Obviamente, había tirado del vídeo: «Ambos hemos tratado de llevar a nuestro equipo a la victoria, como lo intentó Dominique hace 20 años, lo he intentado todo pero los Celtics han pasado de ronda», declaró frustado James.

«Creo que tras un momento como éste, los fans pueden olvidarse por un momento de Wilkins y Bird y acordarse de lo que hemos hecho Pierce y yo. Esto quedará para la historia», aseguraba LeBron.

Las finales de Conferencia de este año están teñidas de nostalgia. En el Este se medirán los herederos de los grandes Celtics de los 80 contra los nuevos Bad boys de Detroit. En el Oeste, los Lakers de Bryant, Gasol y Jackson esperan rival.

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