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La vuelta más sonada de la historia del cine

«Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal»

A punto de cumplir los 66 años, Harrison Ford vuelve a enfundarse el traje del aventurero Indiana Jones, para una cuarta entrega rodada a la vieja usanza y con el consiguiente riesgo físico. El actor y sus socios Steven Spielberg y George Lucas creen tanto en el producto que solamente cobrarán en función de su buena marcha en la taquilla, así que tendrán que esperar a que haga una recaudación por encima de los 400 millones de dólares.

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Mkel INSAUSTI | DONOSTIA

La expectación que ha suscitado la cuarta entrega de las aventuras de Indiana Jones es, a todas luces, excesiva y habría que explicarla en función de un fenómeno puramente nostálgico. Las nuevas generaciones añoran la década de los 80, como si se tratara de una lejana galaxia, pero lo cierto es que, para los que tenemos memoria, sucedió hace bien poco. Dentro de la actual cultura popular esa época se ha convertido en la ideal para vivir la infancia, seguramente por culpa de un tal Spielberg, que supo sacar el niño que todos llevamos dentro. Lo locura desatada en torno a Indiana Jones IV, que así llamaban a la película en los foros de Internet antes de que tuviera nombre definitivo, sirve para confirmar que atravesamos un tiempo de información virtual. El antes es lo que más interesa, en cuanto proyección de un futurible, que despierta mayor emoción que el presente, esa dura realidad desencantada. Pues bien, los previos de «Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal» han sido eternos, una especie de limbo en el que han estado instalados muchos internautas que, incluso, se han hecho cinéfilos sin serlo. En un programa radiofónico hubo una tertulia con jóvenes fans de la saga, pero lo más increíble es que ninguno de ellos había visto las entregas anteriores en una pantalla de cine. Por lo tanto, queda claro que añoran algo que no han conocido y tienen mitificado de un modo casi delirante. He llegado a pensar que hasta están convencidos de que las palomitas del 81, año en que se estrenó «En busca del arca perdida», sabían distinto.

Los críticos somos como cualquier espectador que acude a una sala de cine, salvo porque no pagamos la entrada. Y frente a una película de Spielberg nos volvemos todavía más niños, así que el comportamiento en el Festival de Cannes durante el pase de presentación se explica fácilmente. Al principio, con los clásicos títulos de crédito acompañados por los sones de la fanfarria épica de John Williams, los enviados destacados en La Croisette aplaudieron a rabiar. Al final de la proyección, en cambio, el medidor de aplausos bajó su aguja y demostró que la ovación ya no era tan entusiasta. Les había podido más su idealización del «fenómeno Indiana» que el criterio realista, porque desde sus orígenes fue un serial de aventuras que invitaba a soñar. Sin embargo, a la hora de ponerse a escribir se ha impuesto el juicio de valor y las críticas resultantes han arrojado como saldo un tono medio. Se puede concluir que «Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal» ha superado la prueba con nota, pero no se acerca a la maestría de «En busca del arca perdida». La cuestión es que no ha habido sorpresas y todo se ha ajustado al guión previsto, pues los rumores que circulaban en la red sobre las novedades argumentales han quedado confirmados punto por punto, con lo que las filtraciones han resultado ser muy fiables. En efecto, el personaje inspirado en el Marlon Brando de «Salvaje», interpretado por Shia LaBeouf, se confirma nacido de la unión entre los personajes de Harrison Ford y Karen Allen, con lo que el arqueólogo aventurero ya tiene heredero y continuador. De la misma manera, las conexiones sobrenaturales o alienígenas del misterioso objeto del título son tales, tal como cabía de esperar en el Spielberg de «Encuentros en la tercera fase». Y, por lo demás, dado que la película está ambientada a finales de los años 50, deriva del lógico contexto histórico de la Guerra de Fría, con los soviéticos como enemigos, sin olvidar la persecución interna de la caza de brujas.

Los guiños

No podía ser de otra forma, habida cuenta de que, a lo largo de los últimos 18 años, tanto George Lucas como Steven Spielberg se han esforzado en repetir la fórmula original con la mayor precisión posible. Si la cuarta entrega se ha hecho esperar más de la cuenta es debido a que no daban con el guión genuino, aquel que no se desviara de los principios fundacionales y consiguiera burlar cualquier tentativa actualizadora.

En última instancia ha sido el de David Koepp el escogido, por ajustarse a las normas preestablecidas como ningún otro. El guión modélico ha llegado al límite, puesto que la buena forma que ha mantenido Harrison Ford también se acaba y la producción se ha salvado por los pelos. De hecho, el director de fotografía Douglas Slocombe está ya jubilado y Spielberg ha tenido que convencer a Janusz Kaminski para que imite al maestro, renunciado a su estilo y rodando las escenas de acción sin efectos digitales y con especialistas.

LA ESTIRPE

«Indy no ha cambiado a lo largo de las películas, lo que ha pasado es que el público ha ido descubriendo cosas de él, como cuando apareció su padre (en `Indiana Jones y la última cruzada'). Y ahora veremos algo más de él», afirma Harrison Ford, y es que no olvidemos que en su regreso, el arqueólogo es padre de un adolescente.

Estreno

Título original: «Indiana Jones and the Kingdom of the Crystal Skull».

Director: Steven Spielberg.

Guión: David Koepp, Jeff Nathanson, George Lucas y Philip Kaufman.

Producción: George Lucas, Frank Marshall y Kathleen Kennedy.

Fotografía: Janusz Kaminski.

Música: John Williams.

Intérpretes: Harrison Ford, Karen Allen, Cate Blanchett, Shia LaBeouf, John Hurt, Ray Winstone, Jim Broadbent, Ian McDiarmid.

País: EE.UU., 2008.

Duración: 124 minutos.

Género: Aventuras.

Los carteles de Drew Struzan crean estilo

El cartel de la cuarta entrega sigue fiel al patrón creado por Drew Struzan, responsable en la sombra de buena parte el éxito de una franquicia que le debe su sello característico. Hoy en día muchos de los seguidores de las aventuras de Indiana Jones se sienten atraídos por los espectaculares carteles de las películas, incluso antes de llegar a verlas. Struzan se sirve del aerógrafo para conseguir una imagen uniforme, sobre la que dispone a los protagonistas en sentido circular, con el motivo argumental, esta vez la calavera de cristal, en el centro. Todos ellos miran al frente, como un medio para conectar con el espectador, que se ha revelado sumamente eficaz a lo largo de tres décadas. M.I.

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