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Atom Egoyan indaga en cómo descubrir la propia verdad e identidad en «Adoration»

El director canadiense de origen armenio subió al ruedo de Cannes para hablar de tecnología, identidad y, en definitiva, de la adoración. Tarantino aportó al festival su particular «Lección de Cine».

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GARA | CANNES

La tecnología, la identidad, la familia, el miedo, el paso a la edad adulta y, en definitiva, la «Adoration» son los temas que aborda el director canadiense de origen armenio Atom Egoyan en el trabajo del mismo título que presentó ayer en el Festival de Cannes. Aunque hay ratos en los que no lo parece, la cinta es, efectivamente, cuestión de adoración, de múltiples adoraciones tanto a falsos dioses, como a objetos, a tradiciones, a tecnologías, a ideas pero, sobre todo y de forma especial, a la adoración amorosa. El público recibió la cinta con alguna ovación y algún que otro grito elogioso, que tampoco se alargaron mucho en el tiempo.

Para indagar en la búsqueda de personalidad, narra un amor raro y verdadero, que interpreta Arsinée Khanjian, personaje que emplea Egoyan para transmitir historias fundamentales y a través del que revela cómo los viejos secretos de familia pueden atravesar generaciones, incluso algunas que no sean consanguíneas. Todo ello presentando un amor secreto y bien guardado que el director consigue que no resulte inútilmente rebuscado.

En la historia se entrelaza un joven, Simon, que se inventa una identidad a través de internet. De esta manera, el director canadiense aporta su particular reflexión sobre la falsa composición de personajes desde la cámara casera. Toda la farsa acaba en la hoguera, en forma de un móvil de última generación que desaparece entre las llamas, a la vez que lo hace un fotografía del abuelo de Simon que le servía para mantener un falsa composición familiar. Al final, cuando logra recrear su personalidad, muestra que el invento hecho en la red no ha servido para gran cosa en la búsqueda vital de sí mismo.

En definitiva, la verdad, el hecho de poder estar en posesión de la verdad de uno mismo, es la «Adoration» clave del film, el mensaje que parece busca transmitir el autor. Al final, el espectador se queda con un «¿Y nosotros?» en la boca. Esta parece ser la pregunta que lanza el director, quien ha asegurado que en su trabajo ha colocado «objetos de adoración y de emoción».

Una lección poco académica

Las películas de kung fu, la blaxploitation, el cine de acción de los años 70 y Brian de Palma, su particular rock star, son algunas de las claves del cine de Quentin Tarantino, según reconoció él mismo ayer en Cannes en el transcurso de una rueda de prensa de lo más divertida, celebrada ante un millar de espectadores, que escucharon con atención sus monólogos y rieron sus salidas de tono. Si el pasado año el protagonista fue Martin Scorsese, en esta edición el elegido para ofrecer su «Lección de cine» fue Tarantino, ganador de la Palma de Oro en 1994 con «Pulp Fiction». Una clase muy poco académica porque, en su opinión, «hacer una película a partir de nada, es la mejor manera de aprender. Las escuelas son muy caras: si utilizásemos ese dinero en rodar, por lo menos aprenderíamos a hacer cine, aunque no sea bueno», dijo.

Vestido de gala, en impecable smoking, sus palabras, sin embargo, no tenían nada de académicas ni de pomposas. Respecto a la música y a sus bandas sonoras, algo muy característico de su trabajo, reconoció que siempre utiliza música ya existente porque «no tengo confianza en ningún compositor -explicó-. Carajo, me pregunto, ¿qué tío vendrá a meter su música sobre mi película?», exclamó entre las ovaciones del público.

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