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Txoli Mateos Profesora en la UPV-EHU

¿Quién ha ganado las elecciones en la UPV-EHU?

La profesora Txoli Mateos hace una profunda crítica a aquellas valoraciones que, desde una concepción de izquierdas y abertzale, consideran un éxito la derrota de Pérez en las reciente elecciones a rector. La tesis de Mateos es clara: la derrota de Pérez no implica una victoria de quienes se han opuesto, desde esa perspectiva de izquierdas y abertzale, a la gestión desarrollada por el rector saliente.

Digamos, antes de nada, que no pretendo hacer un análisis exhaustivo de las elecciones a rector de la UPV-EHU celebradas el pasado 22 de mayo. Tampoco pretendo hacer un balance del mandato de Juan Ignacio Pérez. Mi motivación es, sobre todo, reflexionar sobre el papel que han jugado y la interpretación que han hecho de estas elecciones los sectores cercanos a la izquierda abertzale.

Para empezar, el hecho de que la cita electoral se convirtiera en un referéndum en el que sólo había que decir sí o no a Pérez, trastocó el escenario imaginado con antelación por muchos universitarios. Es un dato que se ha mencionado hasta la saciedad, pero de cuya importancia, en mi opinión, sólo se ha sido realmente consciente una vez celebradas las elecciones. Todos sabíamos, es verdad, que la oposición a Pérez no iba a caer en el mismo error que en las anteriores elecciones, a saber, presentarse en varias candidaturas, por el riesgo que supone de dispersión de voto. Se mencionaba la dificultad que podrían tener los sectores cercanos a Comisiones Obreras para consensuar un candidato; incluso UGT lanzó el rumor de que Pérez estaba pactando el encargo de dos vicerrectorados a personas cercanas a CCOO...

Es realmente difícil saber qué se cuece en la trastienda de la vida universitaria, y qué piezas puede haber intentado mover Pérez, pero lo que ahora parece meridianamente claro es que los sectores más reaccionarios de la UPV-EHU han diseñado una calculada estrategia de no presentar candidatura en las pasadas elecciones, quemar la de Pérez pidiendo un voto negativo y tomarse el tiempo necesario para preparar el relevo. Digámoslo de una vez: ellos han ganado las elecciones. Se puede argumentar, como muy acertadamente afirma un sindicato universitario, que la derrota de Pérez es fruto de una perversión del sistema electoral vigente, ya que, de hecho, el ahora rector en funciones ha obtenido más votos que cuando fue elegido para el cargo hace cuatro años. Se puede añadir, es cierto, que en la derrota de Pérez han tomado parte muchas variables, y no todas de rango político, pero lo que es incuestionable es que los ganadores simbólicos del no a Pérez no ha sido, por ejemplo, el Personal de Administración y Servicios que en abrumadora mayoría le ha denegado su confianza. Los que han salido victoriosos a los ojos de la comunidad universitaria, han sido los sectores más poderosos vinculados a CCOO, que han pedido el no a Pérez basándose, entre otras lindezas, en el trato a favor del euskara (hablaban de fundamentalismo lingüístico), y en la nueva distribución de complementos salariales entre el profesorado, acordados por el equipo de Pérez con LAB y STEE-EILAS.

Aunque nos duela admitirlo, los resultados electorales nos retrotraen a una universidad visceralmente anti-euskaldun, profundamente españolista y descaradamente jerárquica. Y, a pesar de ello, detecto una inexplicable indiferencia dentro y fuera de la universidad ante lo que supone el triunfo del no en estas elecciones. De hecho, la izquierda abertzale y sectores cercanos, están haciendo una lectura de los resultados electorales bien como un triunfo, o bien como algo en lo que no hemos tenido nada que ver.

Entre los que han presentado los resultados electorales como un triunfo, se encuentran los estudiantes simpatizantes de Ikasle Abertzaleak, que había propuesto una abstención activa. El alto índice de abstención entre los estudiantes era algo esperado, más allá de la influencia de la propuesta de IA, cuya capacidad de movilización en absoluto intento minimizar. La abstención y su posterior lectura de los resultados electorales han constituido un elemento más en su estrategia de abandono de cualquier órgano de representación o gestión y consecuente deslegitimación del quehacer de la UPV-EHU, para reivindicar otro modelo de universidad, la Universidad Vasca. Pero no deja de ser irónico que los mismos que tachen de española y fascista a la UPV-EHU se congratulen de los resultados de las elecciones.

Pero no sólo ellos. No hay más que escuchar las reacciones de la gente que no conoce de cerca la vida universitaria para percatarse de la lectura que se hace entre nosotros de los resultados electorales como de un cierto triunfo de nuestros postulados. De alguna manera, se mantiene la idea de que «hemos dado una lección»; o, quizá dicho de otra manera, «él se lo ha buscado». Sin ir más lejos, una nota editorial de este periódico del sábado 24 de mayo afirmaba que Pérez ha sido víctima de un sistema que él mismo ha apuntalado, a saber, la concepción estamental y jerárquica de la universidad. Porque no hay que olvidar que Pérez ha ganado, aunque no por goleada, entre los profesores que no son funcionarios doctores, pero que es este último sector el que tiene el 51% de la representación en la ponderación de voto. Es decir, el voto de los funcionarios doctores es decisivo porque vale más que el del resto del profesorado.

Sin embargo, ha sido precisamente durante la gestión de Pérez cuando se han acordado las nuevas figuras del profesorado no funcionario, y gracias al talante del equipo rectoral, entre otras cosas, ha sido posible la readmisión de algunos profesores despedidos hacía ya quince años. Además de ser una afirmación un tanto injusta, se obvia en ella un tema espinoso en los sectores de izquierda y abertzale, a saber, cómo de alguna manera hemos autoanulado nuestra cota de poder en la gestión y la toma de decisiones en la universidad al apostar, más o menos oficialmente, por el rechazo a la vía funcionarial. Dicho de otra manera, si Pérez «se lo ha buscado», nosotros también. No hay más que mirar cuán difícil es entre nosotros encontrar un posible candidato a rector, entre otras cosas, porque tiene que ser catedrático o catedrática.

Como él se lo ha buscado, insisto, parece que nos sentimos libres de toda responsabilidad. Y eso sí que me parece preocupante. Para empezar, hemos fallado en el análisis y lo hemos hecho desde diferentes posiciones. Sin ir más lejos, Azkargorta y Herrero afirmaban en su artículo en GARA el mismo día de las elecciones: «Es un voto blindado», augurando así la reelección de Pérez. En ese error de cálculo, como en otras muchas cosas durante su mandato, hemos coincidido con Pérez. Pero, además, y sobre todo, deberíamos asumir que no hemos sabido transmitir un mensaje con un contenido claro, una opción de voto clara. Hasta qué punto no se podía por la diferencia interna de posturas; hasta qué punto no se quería por las connotaciones políticas... es un tema complejo que no pretendo zanjar de un plumazo; pero, sí que me gustaría que tuviéramos la entereza de afrontar los hechos en su total crudeza: la derrota de Pérez es, también en cierta medida, un fracaso nuestro. En consecuencia, no sólo no nos debe dejar indiferentes, sino que debería servir de acicate para que, de una vez por todas, establezcamos criterios de trabajo claros y compartidos entre todos los que pensamos que merece la pena y es posible otra UPV-EHU. Por lo menos, mientras no tengamos otra cosa.

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