Aún quedan muchos interrogantes
Ibarretxe desveló ayer la formulación concreta de las preguntas que el Gobierno de Lakua quiere llevar el 25 de octubre de este año, siempre y cuando se cumplan las condiciones puestas para ello -la aprobación en el pleno de junio de su propuesta- y el lehendakari cumpla lo prometido frente al presumible veto de Madrid -la última vez que dio su palabra, ante el «portazo» del Congreso español, no lo hizo-. Así las cosas, habrá quien piense que todo depende de la postura que adopte Ezker Abertzalea, por un lado, y de la más que probable prohibición del Estado español, por otro. Pero existen otros interrogantes que no conviene olvidar.
En primer lugar hay que decir que el Gobierno español y el propio Zapatero ya han dicho que vetarán cualquier intento de consultar a esta parte de la ciudadanía vasca. Por lo tanto, a estas alturas, una vez que el Estado español ha manifestado de forma inequívoca que son ellos los garantes de que la sociedad vasca no pueda decidir, el verdadero debate está ahora en saber cuál va a ser la postura del Gobierno de Lakua. La pelota, por lo tanto, sigue en el tejado del lehendakari, que debe explicar para qué quiere exactamente los votos de Ezker Abertzalea. Porque si se trata simplemente de «demostrar» la falta de democracia en el Estado español, Ibarretxe llega pero que muy tarde.
Otra de las interrogantes surge de la falta de disposición a negociar mostrada por Ibarretxe y Urkullu. Si no están dispuestos a negociar -a la alta, no a la baja como pretendían en Madrid- los pasos a dar antes de llevar su propuesta a pleno parlamentario, ¿cómo piensan articular la respuesta política ante el veto del PSOE? ¿Van a liderar a su pueblo frente al veto antidemocrático o van a negociar como partido su estatus dentro de ese antidemocrático marco político? De hecho, eso nos lleva de nuevo a la primera cuestión: ¿prevén realmente dar respuesta a Madrid o Ibarretxe hará con los votos del Parlamento, sean los que sean, lo mismo que en 2005? Por lo tanto, antes de exigir cheques en blanco al resto, tanto Ibarretxe como su partido y su gobierno deben aclarar sus intenciones.