La escalada sostenida de los precios del petróleo está situando en una situación límite a los eslabones más débiles de algunos sectores productivos. En distintos estados europeos se han desarrollado ya acciones de protesta de arrantzales y transportistas, que es muy probable que se extiendan a Euskal Herria. Habida cuenta de que cada vez que se atisba siquiera una huelga en el transporte algunas antenas mediáticas echan humo alertando de las terribles repercusiones «para el ciudadano de a pie», convendría hacer algunas puntualizaciones. Hablamos de sometidos a grandes cambios en los últimos años, con problemas no resueltos -atomización de empresas del trasporte, competencia desleal, limitaciones a la acción sindical, crisis de recursos pesqueros...- que les hacen más vulnerables a situaciones como la escalada de precios de los carburantes. Posiblemente las medidas anunciadas por Italia o el Estado francés en la línea de rebajar el IVA no resuelven por sí solas el problema, que tendría que abordarse en el marco europeo. Sin embargo, quienes denuestan las subvenciones estatales a los sectores más castigados por la crisis no deberían olvidar los miles de millones de euros que los bancos centrales han inyectado al sistema financiero para evitar males mayores en la crisis de las subprime de EEUU.