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La Fura dels Baus recupera su trasgresión original para tratar la violencia del poder

«Imperium» surge de la necesidad de la Fura dels Baus de llevar a la acción una protesta contra las diferentes formas de imperialismo actuales. Para ello, recuperan la esencia más «furera» y enlazan una descarnada y sombría puesta en escena destinada a recuperar el placer de la diversidad. El público que visite el polideportivo Yoldi de Anoeta los días 13 y 14 junio tomará parte, junto al reparto formado únicamente por mujeres, en esta invitación a pensar al revés.

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Itziar AMESTOY | GASTEIZ

«Imperium» es, por encima de todo, una cruzada de La Fura dels Baus contra un sistema para el que la diversidad es una amenaza. El mismo que, según explica Jürgen Müller, director del espectáculo, «impone un clima de miedo que hace que los valores conseguidos durante años se derrumben». Y cuidado, advierte: «Este sistema que el macromundo nos propone y al que nos somete, también entra en nuestra esfera personal». Por esta línea transcurren las reflexiones que La Fura busca transmitir al público. Para ello, un espectáculo «a la furera» en el que público y actores comparten el espacio escénico y en el que el espectador, muy lejos de ver cómo le cuentan una historia, la vive, forma parte de ella.

Para hacer visual el proceso descuartizador imperial, «Imperium» está protagonizado únicamente por mujeres, hecho insólito en la trayectoria de la compañía. La Fura regresa así a los inicios en los que las obras tenían «un único género», aunque siempre habían sido hombres los únicos protagonistas. «Dentro del Imperio, son las mujeres las que aún lo sufren más», asegura Müller. Tampoco esconde la provocación que puede causar una mujer que representa papeles dominantes relacionados, en un principio, con el género masculino. La respuesta no se hizo esperar y en el estreno mundial en China las actrices tuvieron que añadir una pieza a su vestuario para no mostrar los pechos.

Más allá de explicar una historia, las propuestas «fureras» siempre han apostado por hacer vivir al público la obra invadiendo, con absoluta premeditación, el espacio íntimo del espectador, «derribando la cuarta pared», apunta el director. En este caso, para explicar el proceso en el que la sociedad somete al individuo, para aniquiliar al diferente, el espectáculo pasa por cinco fases. La primera parada es el miedo. «Imperium» arranca con varias mochilas-bomba que buscan sumergir a los espectadores en una vorágine de violencia. Parece complicado generar terror en un público anestesiado ante las imágenes de impactos. Sin embargo, Müller defiende el poder del directo y considera que al salir del contexto habitual de recepción de impactos sí que se consigue.

Discursos ante el miedo

Continúa la obra con tres discursos -activista, hedonista y moderado- que se presentan como antídoto al miedo. Cada Instructora crea su propia capilla para defender su discurso y ofrecen al público hacerse cargo de sus miedos si siguen su discurso. El espectador no puede quedarse quieto y comienza así una cuenta atrás para elegir bajo qué discurso se cobija.

En la tercera fase, empieza la domesticación; el espacio deja de ser libre y se limita a las vías marcadas por las Instructoras. El público pasa a ser un rebaño de ovejas, pero es que La Fura busca dejar bien claro que hay que pagar un precio por la seguridad. Con las mentes domesticadas, llega la conversión en la que unas Pupilas, escogidas entre el público, tienen que cambiar la piel. El público sigue formando parte de este proceso y, sin lugar a elección, será rociado de harina. Se desemboca de esta manera en el canibalismo y las Pupilas se comen entre ellas. La última parada del proceso es por lo tanto una estación donde sólo hay muerte y vacío. Y es que el modelo de dominio que han establecido las líderes sólo podía rematar en la muerte.

La Fura dels Baus critica de forma explícita los comportamientos sociales actuales. La idea surgió, según aseguran, «de la necesidad de llevar a la acción una protesta contra las diferentes formas de imperialismo, entendido como una forma de relación entre dos entidades, individuos o sociedades, en la que una somete a la otra y si no lo consigue la aniquila». Jürgen Müller asegura que esta reflexión llega con los cambios que ha visto en el mundo en los últimos siete años. «Con el clima que vivimos, el estado es el más terrorista y está todo tan bien vendido que se llega a aceptar y normalizar», critica Müller. Y es esta misma falsa seguridad a cualquier precio la que pretende transmitir al público.

Lenguaje internacional

«Imperium» nace como obra mundial y existe un predominio claro de la dramaturgia rítmica sobre la narrativa. De hecho, el director no tiene ningún tipo de duda de que se entenderá en cualquier parte del mundo, aunque el poco diálogo que existe esté en castellano. Esta universalidad tiene mucho que ver con que La Fura dels Baus hace vivir un espectáculo, más allá de contarlo. Por eso, el público tiene que acudir dispuesto a recorrer un abanico de experiencias: desde comenzar sintiendo miedo, dejar que le traten como una oveja o asistir al vacío al que lleva este «Imperium». Müller descubre cuál sería la reflexión final en la que le gustaría que el público participase: «Que no aceptemos actuar como nos proponen. Y que al final `Imperium' es eso; un sí a la vida y un sí a la diversidad». Tampoco será muy complicado al volver a la vida real encontrar similitudes con el espectáculo vivido. Se ha establecido un aforo de 1.000 personas para cada día -13 ó 14 de junio- en el que el polideportivo Yoldi de Anoeta abrirá sus puertas a La Fura dels Baus y todas sus estructuras y, según aseguran desde Donostia Kultura, aún quedan muchas entradas para vivir «Imperium».

CINCO FASES

El pánico creado por el miedo desemboca en una búsqueda desesperada de seguridad que lleva al ensalzamiento de los líderes dominantes. Todo este proceso se representa en cinco fases diferentes.

EN CUALQUIER LUGAR

En la obra predomina la dramaturgia rítmica sobre la narrativa, con un protagonismo de lo gestual sobre el diálogo. Con lo que el director Jürgen Müller no duda que pueda ser entendida en cualquier país y lugar del mundo.

El riesgo como constante en la trayectoria «furera»

Desde que se fundó en el año 1979, la Fura dels Baus no ha dejado de abordar arriesgados retos que han causado un gran impacto en la crítica y en el público internacional. Desde 1983, dieron un nuevo sentido al concepto de espectáculo total en el que combinan todo tipo de recursos escénicos. Como distintivo: la interactuación en el espacio que se suponía reservado al público. La ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de Barcelona 92, supuso un punto de inflexión a partir del cual La Fura diversificó su trabajo hasta ampliarlo a géneros tan variados como el teatro digital, ópera o una primera incursión en el cine, con «Fausto 5.0». I. A.

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