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Reygadas o el anhelo por transmitir sentimientos

Desde el prisma del director de «Luz silenciosa» (2007), la historia no es más que un mero pretexto para retratar los sentimientos y las experiencias emocionales de los personajes. Por consiguiente, el cineasta mexicano rompe con la concepción tradicional del cine. No se limita a contar una historia, sino a buscar una nueva mirada.

Iñaki LAZKANO | Kazetaria eta Gizarte eta Komunikazio Zientzien irakaslea

Hermann Hesse dejó escrito que no hay ningún sentimiento pequeño o indigno. Según confesaba el escritor suizo de origen alemán, no vivimos de otra cosa que de nuestros pobres, hermosos y magníficos sentimientos, y cada uno de ellos contra el que cometemos una injusticia es una estrella que apagamos. Carlos Reygadas coincide con el autor de «El lobo estepario» en la esencia de tal reflexión. El realizador mexicano cree firmemente que la razón de ser del cine es transmitir sentimientos. En definitiva, despertar el corazón cautivo del espectador y tratar de que palpite libre; sólo a merced de la brisa del deseo y los caprichos del destino.

Tan alabado como vilipendiado, Carlos Reygadas es, sin lugar a duda, uno de los creadores más interesantes e imaginativos del panorama actual. Su cine, turbio pero impregnado de un lirismo extremo, apela siempre a los sentimientos del espectador. La elegante composición de planos -largos y enigmáticos- y la extraña naturalidad de sus personajes caracterizan una obra ensombrecida por la puritana polémica en torno a su explicitud sexual. Los actores, amateurs y desconocidos, se convierten en iconos arquetípicos en el particular universo del director mexicano. Sólo aportan su presencia. Reygadas les niega la posibilidad de que construyan sus personajes, porque cree que debe ser el propio cine el que lo haga.

Pese a que la semejanza entre el estilo del maestro mexicano y el de Bresson es notoria, en el cine de Reygadas los personajes no son simples modelos que se rinden al dictado del realizador. A diferencia del autor de «Pickpocket» (1959), Reygadas permite sentir a sus personajes. Desde el prisma del director de «Luz silenciosa» (2007), la historia no es más que un mero pretexto para retratar los sentimientos y las experiencias emocionales de los personajes. Por consiguiente, Reygadas rompe con la concepción tradicional del cine. No se limita a contar una historia, sino a buscar una nueva mirada. En una reciente entrevista hacía suya aquella frase de André Bazin, que decía que hacer una película no es reproducir el mundo dentro de una pantalla sino que es una mirilla que sugiere que hay algo más allá. De ahí el estilo trascendental de su propuesta. Una mirada cruda, emotiva y mística que busca belleza y profundidad. Un cine diferente que tiene como única pretensión transmitir sus sentimientos al espectador y habitar en sus sueños.

 
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