«Creo que Rembrandt es un `outsider' que trata de buscar su hueco por sí mismo»
Director de cine
Director británico de difícil catalogación ya que él mismo reconoce que no se identifica con los artistas de su generación. A los 12 años decidió que quería ser pintor e ingresó en Walthamstow College of Art. Se inició en el cine empapado de la pintura y conoció el éxito con «El contrato del dibujante». Tras años apartado de las pantallas, regresa con toda su esencia en «La ronda de noche».
¿Qué porcentaje de la película se basa en hechos históricos auténticos y qué otro es creación suya?
No existe algo como la Historia; sólo hay historiadores; de tal modo que si usted es Ridley Scott o Walter Scott es consciente de que cuanto hace es jugar con la Historia, a la que moldea y manipula. El ejemplo supremo de ello es Shakespeare, que se inventó cada uno de los reyes, comenzando por Ricardo III, pero no estaba escribiendo historia sino ficción, necesaria para entretener, aunque por supuesto todo era también propaganda política. Permítame responder diciéndole que si me desafía con respecto a sus hechos personales, le demostraré que no podrá refutar cuanto diga.
¿Y cuál es la base del argumento?
Bueno, si usted observa ``La ronda de noche,'' pintada en 1642, verá que contiene 34 personas precipitándose por el espacio creado, aparentemente en mêlée organizada, y según todo indicio preparándose para salir a practicar el mosquete, sin embargo, justo en primer plano hay un adolescente vestido con uniforme de soldado. Resulta imposible identificarle, aunque está disparando el mosquete, lo que es lo mismo que ponerse a disparar en la estación de Piccadilly en hora punta, algo extremadamente estúpido. El origen de mi interés creo que está en explicar lo que está pasando allí. El punto donde alguien está disparando el mosquete, cuál es la intención, dónde ha ido a parar la bala... los historiadores han hablado que hay 51 misterios en el lienzo de esta ronda nocturna, y con el mayor atrevimiento diría que mi teoría pone solución a todos esos misterios de un solo tiro.
¿Con qué se identifica usted más con respecto a la figura de Rembrandt?
Creo que mucho de mi cine (mis historias), comenzando por «El contrato del dibujante» (1982), versa acerca del artista como outsider, quien en ocasiones trata más bien patéticamente de integrarse en el establishment y acaba entendiendo todo al revés. Creo que Rembrandt es un outsider, es hijo de un molinero, procede de Leiden, no de la gran urbe que es Ámsterdam, y trata de hallar un lugar por sí mismo dado que tiene gran talento y que se cruza con la gente adecuada; muy pronto se ve en una posición excelente. Todos se precipitan sobre Rembrandt porque es capaz de proponer una imagen positiva al tiempo que real; yo no lo consideraría adulación. Contrariamente, a los holandeses, siendo gente práctica como es, les agrada verse como son, y pienso que Rembrandt disponía del talento de llevar eso a cabo, de tal modo que se hizo muy rico rápidamente. Es fascinante, se trata de un fenómeno que es tan cierto en el Londres actual como lo fue en el Ámsterdam de los 40 del siglo XVII.