El segundo largometraje de la realizadora norteamericana Karen Moncrieff, lo mismo que su anterior «Blue Car», tiene un marcado tono pesimista, con personajes en crisis que tratan de superar el dolor y se enfrentan a rupturas traumáticas en sus relaciones. La novedad de este trabajo premiado en el Festival de Deauville reside en su fragmentada estructura narrativa, ya que la autora lo divide en cinco relatos, titulados: «La extraña», «La hermana», «La esposa», «La madre» y «La chica muerta». Hasta cierto punto, las protagonistas de cada episodio están conectadas con un mismo hecho violento, a partir del hallazgo casual del cadáver de una prostituta, sin que sus vidas queden entrelazadas más allá de la pura coincidencia. Esto hace que el caso criminal aparezca a modo de simple pretexto inicial o punto de referencia en común, renunciando al tratamiento genérico de thriller policiaco, para centrarse más en los respectivos dramas existenciales y cotidianos de esas mujeres impactadas por el asesinato. La clave de «The Dead Girl» se encuentra en su equilibrado reparto femenino, con actrices solventes que consiguen definir unos perfiles complejos en breves pinceladas, toda vez que lo reducido del metraje permite apariciones fugaces en las que hay que dar el máximo en contados planos. Pese a lo apretado de cada intervención es Brittany Murphy la que logra una composición más desgarradora.