Uno ya no sabe que es peor, que hagan directamente remakes de comedias clásicas o versiones no declaradas de las mismas, a base de constantes saqueos al argumento original. Está claro que, como el propio Patrick Dempsey reconoce sin tapujos en las entrevistas, «La boda de mi novia» es el equivalente masculino de «La boda de mi mejor amigo», película del australiano P.J. Hogan protagonizada por Cameron Díaz y Julia Roberts hace once años. La situación que se da es exactamente la misma, pero cambiando el sexo de la persona afectada. Es un caso bastante común, por lo que al público no le cuesta mucho esfuerzo identificarse con el problema de la pareja de amigos que mantienen una perfecta relación platónica, hasta que a uno de los dos le da por casarse y la unión se ve amenazada, así que toca dar el paso adelante para impedir el intrusivo matrimonio y declararse de una vez por todas; que, por otro lado, es la única manera de asegurar el obligado final feliz.

El Patrick Dempsey actual, con sus 42 años de edad, se acerca al estilo del galán clásico de Hollywood. Es el tipo atractivo que se encuentra muy ocupado con sus ligues amorosos, pero al que su corazoncito le traiciona y no puede evitar sentir una debilidad especial por la amiga de siempre. Sin embargo, el actor empezó en la comedia juvenil haciendo del feo simpático, sin que nada hiciera intuir su futuro de cuarentón resultón. Ahora le va mucho mejor en la profesión, y todo gracias al éxito de su papel de médico enamoradizo en la serie de televisión «Anatomía de Grey». Su solicitada presencia ha encontrado una prolongación no menos triunfal en «Encantada, la historia de Giselle», con el consiguiente peligro de quedar encasillado dentro del universo melodramático de color rosa. Es una trayectoria, salvando las distancias, que podría compararse con las de George Clooney o Russell Crowe, actores que han ganado en empaque con los años.