Sexo maldito
«Novio por una noche»
A veces los guionistas fuerzan demasiado las situaciones melodramáticas para que las comedias románticas puedan seguir funcionando, y suele ser cuestión de sacrificar la verosimilitud de la historia con tal de ofrecer giros argumentales novedosos, para lo que se recurre a los consabidos toques fantásticos. Esto es lo que ocurre en «Novio por una noche», que se sirve de la fantasía de la infancia para generar un desarrollo bastante improbable, ya en la edad adulta. El protagonista tuvo de niño una amiguita de juegos gótica a la cual temía por su aspecto siniestro, y con la que le tocó emparejarse haciendo girar la botella. Al rechazarla, ella utilizó sus malas artes y se vengó con una maldición, un hechizo que le condenaba en el amor a sufrir constantes abandonos. Ya de mayor, nos encontramos con un veinteañero convertido en un dentista que resulta muy atractivo a sus pacientes femeninas. El problema es que, por culpa del dichoso maleficio, cuando se acuesta con una mujer nunca consigue enamorarla, siendo el afortunado el siguiente en intimar con ella.
Acostumbrado a sobrellevar su condenada existencia amorosa, el victimista antihéroe de «Novio por una noche», acude a una más de las bodas de las chicas a las que ha conocido sin posibilidad alguna de continuar la relación, viendo como acaban en los brazos de otro con más suerte. Allí, pese a su resignación, siente un repentino flechazo por la muy sexy Jessica Alba, con la que se resiste a tener sexo para evitar perderla por culpa de la maldición. La frustración sexual ha dado lugar a grandes creaciones satíricas, algo que no está al alcance de este limitado divertimento, aunque intenta dejarse llevar por la incorrección y un humor escatológico al estilo de los hermanos Farrelly, sin que falte la caricatura basada en los defectos físicos. No obstante, se deja notar demasiado que es una película hecha en función del obligado final feliz, venciendo para ello cualquier obstáculo previamente creado.