Okupas de la posguerra
«El techo»
La conexión entre Vittorio de Sica y Cesare Zavattini había dado al cine neorrealista su carta de naturaleza, pero después de trabajar juntos en los títulos fundacionales «El limpiabotas», «El ladrón de bicicletas», «Milagro en Milán» y «Umberto D», parecía que ya el movimiento no podría tener continuidad. En los años 50 se imponía la comedia italiana, que era lo que el público demandaba entonces para dejar definitivamente atrás el difícil periodo de posguerra, así que tocaba combinar de alguna manera ambas tendencias. Aún siendo una comedia costumbrista, la crítica especializada la ha venido considerando como el canto del cisne de la pareja de creadores neorrealistas, la última muestra de un cine realizado en blanco y negro, con el concurso de actores no profesionales que asoman a la pantalla como genuinos representantes de la clase obrera. Así, por ejemplo, el protagónico Giorgio Listuzzi no hizo prácticamente nada más en la interpretación.
«El techo» tuvo que ser una gran influencia para Azcona y Ferreri cuando hicieron «El pisito», sátira social que responde a las mismas inquietudes con respecto al problema de adquisición de la primera vivienda. No deja de ser sintomático que, más de cincuenta años después, siga siendo una cuestión pendiente de resolución para nuestra sociedad actual.
Cesare Zavattini recogió las lagunas de una ley del suelo de aquella época, según la cual bastaba el amparo de un techo para que no se pudiera proceder al desahucio de una familia, dentro de un guión acerca del instinto de supervivencia. La película relata las vicisitudes de los desesperados protagonistas por construirse una azotea de la noche a la mañana, con tal de no verse en la calle y poder disponer de un hogar en el que afincarse con garantías de futuro. La pobreza, tal como refleja la reciente cinta uruguaya «El baño del Papa», no está reñida con la vitalidad y las ganas de ser feliz en un contexto cuanto más digno mejor.