SEGUNDA Derrota en Albacete
El Eibar se resigna a sufrir hasta el último momento
Un gol a tres minutos del final condenó al Eibar a la derrota. Un resultado que prolonga su mala racha y, lo que es peor, reduce a sólo tres puntos su colchón sobre el descenso cuando quedan seis en juego.
GARA | ALBACETE
Otra semana de calculadoras y, lo que es peor, de sufrimiento. El Eibar prolongó ayer su mala racha, lo que reduce a sólo tres puntos su ventaja respecto al descenso, cuando todavía quedan seis en juego.
Desde el club insisten en que hay preocupación, pero no nerviosismo. Y es lógico, porque incluso los 49 puntos que se alcanzaron la semana pasada pueden bastar, porque hay ocho equipos por debajo, porque los azulgranas dependen de sí mismos y porque el próximo domingo pueden tener una gran oportunidad ante un Numancia sin nada -posibles maletines al margen- en juego. Pero no es menos cierto que la línea del equipo no acaba de invitar al optimismo: desde que su triunfo en Córdoba situara a los armeros a poco más de otra victoria de la permanencia y permitiera incluso soñar con cotas mayores, los tropiezos se han sucedido semana tras semana. Hasta llegar a siete, en los que el Eibar ha sumado tres empates y cuatro derrotas. Y si bien su juego ha podido hacerle acreedor a mejores resultados en alguna ocasión, el fútbol no entiende de justicia y sí de moral que, con semejante racha a cuestas, en estos momentos no puede ser la mejor.
Sobre todo cuando las derrotas escuecen tanto como la de ayer. Y es que después de aguantar durante ochentaytantos minutos un punto con sabor a permanencia, frente a un rival directo que se jugaba la vida, y habiendo acompañado los resultados de la víspera, el castillo se vino abajo al borde del pitido final. Y con dos paradones del guardameta local en tiempo de descuento, para más inri. El fútbol es así, como dice el tópico, y en este caso obliga a los guipuzcoanos a convertir Ipurua en una olla a presión la próxima semana, o las ventas de desfibriladores pueden dispararse en Eibar de cara a una última jornada en la que el equipo visita nada menos que al Sporting.
No bastará con que la afición abarrote las gradas del estadio eibarrés. Los hombres de Javier Mandiola también deberán mostrarse algo menos pacatos que ayer, por mucho que su actitud conservadora resultara comprensible, teniendo en cuenta que un punto les bastaba y que el reloj corría en contra de su rival. Tampoco pudo hacer mucho más, por otra parte, en la que el Albacete salió, como le correspondía, a achuchar. Y lo consiguió, sobre todo en la primera media hora, en los que incluso llegó a anotar un gol, anulado por fuera de juego. Los azulgranas empezaron a enseñar las uñas cerca del descanso, incluyendo una acción de Codina que Zurutuza remató en plancha para enviar el balón fuera por poco.
Mazazo inesperado
El encuentro mejoró de aspecto tras el descanso. Los manchegos empezaban a impacientarse frente a un rival cada vez más cómodo en su papel. Las contadísimas llegadas con peligro que se registraron, de hecho, llegaron del lado eibarrés. No fue el caso del gol, lamentablemente. A tres minutos del noventa, Calandria remataba sin demasiada oposición un buen centro para senteciar el encuentro.
Cambiaron los papeles y fue al Eibar al que le tocó intentar exprimir los escasísimos minutos restantes. Y a punto estuvo de conseguirlo, con un zapatazo de Goiria desde veinte metros y, sobre todo, un remate de Zurutuza que, por desgracia, obtuvieron como respuesta sendos paradones de Jonathan.
Javier Mandiola reconoció su «decepción» por lo sucedido en el Carlos Belmonte. «Porque el equipo ha puesto mucho esfuerzo y trabajo, porque teníamos el punto en el bolsillo y el Albacete no nos estaba creando ocasiones en la segunda parte y porque hemos acabado perdiendo».
El técnico, de todos modos, no quiso hablar de injusticia. «Hemos trabajando mucho en defensa, nos han hecho correr tanto, que nos ha faltado frescura en los últimos metros. Y para puntuar fuera de casa hay que hacer un gol -reconoció Mandiola-. Ha sido un poco cruel, porque el gol ha llegado cuando faltaban sólo tres minutos, pero así es el fútbol».
Jaime Barriuso, igualmente «decpcionado», aseguró que «no hay nervios», aunque sí «estamos un poco preocupados, porque ya empezamos a mirar cosas como el golaverage, y no es buena señal. Hombre, esperamos que el Numancia no venga muy motivado el próximo domingo, pero eso no tiene que ser óbice para que nosotros lo demos todo. El equipo, la directiva, la afición... Tenemos que estar todos a una como el año pasado ante el Rayo», aseguró el presidente.
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