La FAO tratará de lavar su cara en Roma ante las críticas de ineficacia
La FAO, sobre cuya ineficacia pesan fuertes criticas, principalmente de Senegal, tiene la ocasión en la cumbre que comienza hoy en Roma de buscar soluciones a la actual crisis alimentaria, agravada por la subida del precio de los alimentos, los efectos del cambio climático y la bioenergía. Varias ONG reclaman acciones globales e inmediatas y garantizar la seguridad alimentaria y nutricional.
GARA |
Roma acoge desde hoy y hasta el viernes la cumbre de la Agencia de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) que reunirá a líderes mundiales -entre ellos, medio centenar de jefes de Estado y de Gobierno- para abordar la cuestión de la seguridad alimentaria ante la fuerte subida que han experimentado los precios de los alimentos y sus efectos sobre las poblaciones más vulnerables, así como los efectos que en ella tienen el cambio climático y los biocombustibles.
La FAO tiene ocasión de lavar su cara en un momento en el que llueven las críticas sobre su escasa eficacia, especialmente duras por parte del presidente de Senegal, Abdoulaye Wade. Éste criticó hace unas semanas la «ineficacia» de la FAO, a la que consideró un «pozo sin fondo», por lo que pidió la supresión de esta agencia, creada en 1945 e integrada por 191 estados.
El director general de la FAO, Jacques Diouf, también senegales, respondió en su día que estas críticas estaban motivadas por razones de política interior del país africano.
Pero las críticas no han procedido sólo de Wade. La secretaria francesa de Estado para los Derechos Humanos, Rama Yade, coincidieron en que es necesario «desengrasar algunos mamutes», en referencia a la FAO y al PAM (Programa Mundial de Alimentos, de la ONU), al estimar que «reclutan mucha gente, gastan mucho presupuesto en su funcionamiento y, en consecuencia, menos en inversión».
Sin embargo, los líderes mundiales tratarán de dar una primera respuesta coordinada a la crisis alimentaria mundial, que amenaza con hacer crecer el hambre en el mundo.
El director general de la FAO, Jacques Diouf, insistió en la necesidad de acordar medidas urgentes necesarias para impulsar la producción agrícola y, al mismo, tiempo proteger a los pobres de los efectos de los altos precios. Respecto al impacto de los biocombustibles indicó que es «difícil» medirlo, porque aunque su demanda influye en el aumento de los precios, «no todos tienen el mismo efecto». No obstante, el informe de la FAO y la OCDE difundido la semana pasada indicaba que a ellos se puede atribuir un tercio del encarecimiento de los productos agrícolas que se espera para el periodo 2008-2017.
En declaraciones previas a la cumbre, el presidente francés, Nicolas Sarkozy, indicó que propondrá la creación de un grupo internacional sobre seguridad alimentaria mundial, mientras que su homólogo brasileño, Luiz Inázio Lula da Silva, atribuyó el alza de los precios de los alimentos a los subsidios que los países ricos conceden a sus agricultores, cuestión que, según dijo Diouf, debe discutirse en la OMC y no en la FAO.
Varias ONG apelaron a los líderes mundiales. Médicos sin Fronteras les pidió que garanticen no sólo la seguridad alimentaria, sino también la nutricional, porque la desnutrición infantil -que afecta de forma severa a 20 millones de niños y otros 178 están en riesgo- es una «emergencia médica».
Oxfam, por su parte, solicitó de ellos un plan de acción coordinado para atajar la crisis motivada por el encarecimiento de los alimentos. Esta ONG calcula que se necesitan 14.500 millones de dólares adicionales para prestar ayuda a unos 290 millones de personas afectadas por el alza de precios. Aseguró que la falta de inversión es reconocida como la causa de inseguridad alimentaria y, sin embargo, la ayuda a la agricultura ha disminuido entre 1980 y 2005.
También Acción Contra el Hambre pidió medidas políticas coherentes para poner fin a la escalada de precios y su impacto sobre la población más vulnerable.
La cumbre de Roma va a ofrecer una tribuna inesperada a dos jefes de Estado controvertidos, el iraní Mahmud Ahmadineyad y el zimbabuo Robert Mugabe, cuya presencia ha suscitado importantes críticas, sobre todo por parte de Gran Bretaña y Australia.
Decenas de ONG y asociaciones de pescadores y agricultores, reunidas en una cumbre paralela en la capital italiana, que se celebra entre los días 1 y 4, han criticado las políticas erróneas en materia de seguridad alimentaria.
«La época de lluvias ha sido mala y no hay nada que comer aquí», alerta Cheikh Ngoné Fall, jefe de una aldea del oeste de Senegal en la que la sequía fuerza a los jóvenes a huir. «Hay 56 hogares en esta aldea. En cada uno de ellos, cinco o seis jóvenes han partido recientemente para Dakar o Mbur (una zona pesquera en el oeste) por las dificultades alimentarias», explica el jefe de Tabi Fall, 130 kilómetros al este de Dakar.
«No cosechamos nada el año pasado. Si hubiéramos tenido semillas, habríamos cultivado en la estación seca y nadie se habría ido». se lamenta.
La agricultura senegalesa es exclusivamente pluvial y sólo una ínfima parte de las tierras es de regadío. Este país pobre del África Occidental está asolado por el alza de los precios básicos y por la escalada del petróleo.
«Hemos prescindido del desayuno», señala Fatu Gueyé, un vecino de la aldea. En la aldea vecina de Modu Diop, han reducido las raciones diarias a la mitad. «No comemos lo suficiente. El precio del arroz se ha disparado», señala Jadim Diop. Aldeas como estas sobreviven por los donativos de la cofradía de los murides, la más influyente de Senegal.