Bailarines vascos: una diáspora de estrellas que regresa por un día a casa
Aunque el vacío en el panorama de la danza en Euskal Herria haga intuir lo contrario, los bailarines vascos triunfan en el extranjero. Y lo hacen lejos, porque no han podido desarrollar su trabajo en casa. La tercera edición de la gala «Los vascos y la danza» la semana próxima les permitirá, por un día, volver a su tierra para mostrar su trabajo junto a sus reconocidas parejas. Una función por todo lo alto que los protagonistas viven como una gran oportunidad.
Itziar AMESTOY | GASTEIZ
«Si el apellido no suena a ruso, parece que los bailarines no tienen calidad». Con una dosis de ironía y humor describe el panorama actual de la danza en Euskal Herria el presidente de la Asociación Bilbao Ballet Elkartea (ABBE), Adolfo Yebra. El comentario, sin embargo, no esconde una reflexión, que resultaría más preocupante, sobre la falta de conocimiento de los bailarines vascos. Euskal Herria tiene una cantera de mucha calidad en la danza con nombres como Alicia Amatriain o Asier Uriagereka, bailarines principales del Ballet de Stuttgart y Monte-Carlo, respectivamente. Estos artistas han triunfado en extranjero, cosa que reconocen y aplauden, «hemos tenido experiencias preciosas y no las cambiaría» describe Uriagereka. El problema, sin embargo, es que se han visto obligados a marchar para triunfar y no tienen la posibilidad de actuar cerca de casa.
Un pequeña brecha se abrió en este panorama cuando hace tres años de llevó a cabo la primera gala «Los Vascos y la Danza» organizada por ABBE. El próximo día 11 a las 20.30 horas tendrá lugar la tercera edición de esta iniciativa que, por un día, reúne en un mismo escenario a grandes bailarines vascos con sus respectivas parejas. Ellos son, además de Amatriain y Uriagereka, el solista en el Ballet de la Ópera de Dresde, Jon Vallejo, y el solista internacional Jon Ugarriza. «Investigamos bastante para poder traer a quienes están teniendo un gran éxito», explica el Adolfo Yebra. Los propios protagonistas son conscientes del dulce momento artístico por el que pasan, principal razón de que estén invitados a la Gala. Vallejo se muestra muy «contento» ya que asegura que «ahora es cuando empieza a moverse, todo va adelante», apunta. En contraposición al incipiente éxito de Jon, está Uriagereka, bailarín que lleva varias y largas temporadas en los mejores escenarios. «Estoy en un punto en el que he encontrado un sitio en el que me siento a gusto y donde encaja mi forma de bailar a la vez que aprecian mi trabajo; es una situación muy difícil de conseguir», explica emocionado.
Esta apuesta por la calidad, que quedó patente desde la primera edición, conlleva que los bailarines se sientan halagados con la invitación. Adolfo Yebra comenta que como «están deseando poder actuar aquí, ellos mismos empiezan a llamar». Vallejo resalta la reputación que ha conseguido el evento en tan sólo tres años. Uriagereka también hace hincapié en lo emocionante que resulta «agrupar a bailarines vascos», ya que a ellos mismos les da la oportunidad de compartir escenario con gente con la que normalmente no pueden hacerlo. Por ello, el bailarín del Ballet de Montecarlo siente como el mejor reconocimiento que le hayan llamado para repetir, ya que estuvo en la edición del año pasado. Alicia Amatriain también es el segundo año que participa en la gala.
Y, por si la calidad no fuera suficiente, no actuarán solos en el Euskalduna. La bailarina estrella del Ballet de Montecarlo, Bernice Coppieters, acompañará a Uriagereka, quien asegura que es un «honor» poder bailar con ella a pesar de las numerosas veces en las que han coincidido. Asimismo, el primer bailarín internacional Giuseppe Picone estará en el escenario junto a Alicia; mientras que la primera bailarina del Ballet de la Ópera de Dresde, Katherina Markowsklaya, será secundada por Jon Vallejo. Por último, la primera bailarina del Ballet Ópera de Niza, Paula de Castro, estará junto a Jon Ugarriza.
Para completar el programa, la gala tiene otras sorpresas, como una muestra del estilo de renovación de la danza tradicional a cargo de Kukai, los miembros de Aiara Iturrioz o los subcampeones mundiales de bailes de salón Beatriz Peréz y Roberto Hernández. Una función única para ver un panorama global de la danza pensada para el público, pero con la que los artistas, nos dan fe, también disfrutan.
Lugar: Palacio
Euskalduna (Bilbo).
Fecha: Miércoles 11 de junio..
Hora: 20.30 h.
Precio: 30, 45 y 55 euros.
Director artístico: Andoni Aresti.
Bailarines: Alicia Amatriain, Asier Uriagereka, Jon Ugarriza, Jon Vallejo, Beatriz Pérez y Roberto Hernández, compañía Kukai y Aiara Iturrioz.
El organizador del acto Adolfo Yebra comenta que llevan a cabo una gran tarea de investigación para conocer a los artistas que más éxito están teniendo. «Estamos detrás de ellos todo el año», apunta.
«Lo increíble de cuando estuve el año pasado fue que no había la competividad habitual, sino que me dio la impresión de estar en familia», sentencia animado Asier Uriagereka, bailarín principal del Ballet de Montecarlo.
Los bailarines vascos se vieron obligador a marchar al extranjero para triunfar. A pesar de las experiencias que eso les ha aportado, reclaman la posibilidad de que irse fuera sea una elección y no una obligación.
Adolfo Yebra destaca que se trata de figuras de «primerísimo orden», de una función en la que se incluye «lo mejor que se puede programar». Esta fórmula-una gala con muchas piezas y artistas-, es, tanto a ojos de Yebra como de los bailarines, la única manera de que presenten aquí su trabajo. «De otra forma, necesitaríamos un coreógrafo que nos reuniera a todos», analiza Asier Uriagereka. Yebra apunta que «si existiera un ballet aquí, se podría programar y traer sólo al bailarín». «Hace años los teatros, además de ópera tenían ballet, pero eso ha sido lo primero en desaparecer», asegura Uriagerek, quien echa de menos mayor aportación institucional. «Sería genial tener un ballet de tu ciudad, porque se crearía de forma paralela a las raíces de aquí», comenta Uriagereka, aunque tiene claro que: «Al que le gusta bailar, lo hará le dejen o no; sería genial poder hacerlo en casa, pero de todas las formas, lo hará. Al final, el que pierde es el público.