En memoria de Adrienne Shelly
«La camarera»
Adrienne Shelly se dio a conocer como actriz en las películas de Hart Hartley, convirtiéndose en una musa del cine independiente. Su nueva etapa se centraba en la realización y con «La camarera» salió premiada en el Festival de Sundance. Sin embargo, no pudo ver estrenada la película y su prometedor futuro como cineasta se vio truncado de golpe, cuando fue asesinada por su vecino, al que había recriminado los ruidos que hacía a causa de unas obras en su vivienda. Aunque el tono de esta comedia es agridulce deja un mensaje esperanzador, reflejado en la aparición en pantalla de su hijita de dos años. Con semejantes antecedentes es muy difícil ver «La camarera» sin emocionarse, entre otras cosas por la presencia de la propia Adrienne Shelly en el papel de una de las compañeras de trabajo de la protagonista, concretamente la que es más tímida, en claro contraste con Cheryl Hines, que es como más descarada. En medio de ellas, Keri Russell dota a su personaje estelar de un carácter variable, con constantes cambios de humor.
La chica de «La camarera» expresa sus estados de ánimo a través de la repostería, poniendo a cada uno de los pasteles un nombre de acuerdo con lo que siente en ese momento. Generalmente, lo hace para desahogarse de los disgustos que le da su pareja, un indeseable vago y machista, muy sureño él. Menos mal que, al pueblo de mala muerte en el que vive y trabaja, llega un joven ginecólogo que le entiende mejor. «La camarera» tiene el mérito de conciliar la comedia romántica y el gusto por los dulces con una visión amarga de la realidad, bajo una sensibilidad femenina no exenta de crítica hacia las actitudes misóginas. Su reparto está equilibrado gracias a sus estupendas actrices, junto con un invitado de lujo como el showman televisivo Andy Griffith, que hace del dueño del restaurante.