Cumbre de Roma
La FAO no logra fijar medidas reales para reducir el hambre en el mundo
Una declaración final que sólo recoge viejos compromisos y ninguna medida concreta para erradicar el hambre en el planeta, que se pretende reducir a la mitad para 2015 a pesar de la actual crisis alimentaria mundial, ha constatado otro fracaso de los líderes mundiales, reunidos esta vez a instancias de la FAO en Roma. No obstante, su director general asegura que los resultados han colmado las expectativas.
GARA | ROMA
El proyecto de declaración final de la cumbre sobre seguridad alimentaria de la Agencia de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) que se ha celebrado durante tres días en Roma fue aprobada ayer por el Plenario con los viejos y vacíos compromisos de eliminar el hambre del mundo y de no utilizar los alimentos como un instrumento político y económico.
La declaración en la que instan a tomar medidas urgentes para frenar el aumento de los precios de los alimentos que empuja a millones de personas al hambre, pero no recoge actuaciones concretas.
«Nos comprometemos a eliminar el hambre y a asegurar alimentos para todos, hoy y mañana», señala la declaración, que cuenta, sin embargo, con la objeción de Argentina y las duras críticas de Venezuela y Cuba, que consideran que en el documento no se adoptan medidas reales para acabar con el hambre en el mundo.
A esas críticas se unieron, tras la aprobación del proyecto, Ecuador, Nicaragua y Bolivia, después de lo cual el presidente del plenario cortó la palabra a las delegaciones.
La representante ecuatoriana manifestó que «son muchos los países que no están de acuerdo» con el proyecto de declaración, pese a lo cual ninguno impidió que el documento fuera aprobado por todos los participantes, con la excepción de Argentina que ha hecho objeción al texto completo.
En la declaración, los líderes de los países que han participado en la cumbre se comprometen nuevamente a eliminar el hambre del mundo y a no utilizar los alimentos como un instrumento de presión político y económico.
Así, se reitera que es «inaceptable que 850 millones sigan malnutridas y reiteran el objetivo de conseguir la seguridad alimentaria a través de un esfuerzo constante para erradicar el hambre».
Pero el compromiso adoptado por los líderes mundiales reunidos en Roma se limitó a fijarse como meta la reducción a la mitad del hambre mundo para 2015, a pesar de la crisis alimentaria y el alza de los precios de los productos básicos, según señaló a France Presse una fuente próxima a las negociaciones de la declaración final.
«Nos reafirmamos en las conclusiones» de las cumbres sobre alimentación realizadas en 1996 y 2002 de «alcanzar la seguridad alimentaria» y de «reducir a la mitad, como máximo para 2015, el número de personas subalimentadas», recoge la declaración, según la misma fuente.
El martes, el director general de la FAO, Jacques Diouf, indicó que «con las tendencias observadas actualmente, este objetivo se logrará en 2150 en lugar de en 2015».
Seguridad alimentaria
La misma fuente consultada por France Presse manifestó que los gobiernos participantes en la cumbre, «al adoptar esta declaración, nos comprometemos a hacer de la seguridad alimentaria una cuestión permanente de la política nacional, y renovamos nuestro compromiso en cuando a la materialización de los Objetivos del Milenio», fijados en 2000 por la ONU.
Además, animan a la comunidad internacional a mantener sus esfuerzos en materia de liberalización de los mercados internacionales a los productos agrícolas, reduciendo los obstáculos al comercio y las políticas que son la causa de las distorsiones en los mercados». Esto, dicen los firmantes, «dará a los agricultores, sobre todo en países en vías de desarrollo, nuevas posibilidades de vender sus productos en los mercados mundiales y apoyará sus esfuerzos de aumentar la productividad y la producción».
En relación a la producción de biocombustibles, acusados de ser en parte responsables del encarecimiento de los alimentos que junto a los subsidios agrarios y las barreras a la exportación ha sido uno de los ejes sobre los que ha girado la cumbre, la FAO apela con prudencia a «estudios en profundidad» sobre esta nueva forma de energía. Durante las sesiones, Estados Unidos y Brasil, principales productores de agrocarburantes, defendieron con empeño su producción.
Una cuestión controvertida como es la de los alimentos genéticamente modificados no está presente en el texto.
Expectativas cumplidas
Al término de la cumbre, el director general de la FAO, Jacques Diouf, aseguró que los resultados obtenidos han estado «a la altura de las expectativas».
Para Diouf, «esta reunión ha servido para demostrar la cohesión de las agencias de las Naciones Unidas» y «la voluntad de los países de trabajar juntos». Reconoció que «no ha sido fácil llegar a un acuerdo», pero agregó que esta cumbre ha servido para localizar «los desafíos que se tienen que afrontar para resolver el problema más importante de nuestra época: El hambre en el mundo». A su juicio, el desafío ahora será «doblar la producción mundial antes de 2050» para poder obtener más alimentos.
Señaló que aunque en esta cumbre no se pretendía recoger fondos, «la sorpresa ha sido el anuncio de donaciones por parte de países e instituciones, que han superado cualquier expectativa». Como otro de los logros citó «la toma de conciencia que el hambre no es un problema unitario sino algo mundial que golpea a cada país».
Durante la cumbre se han anunciado diversas donaciones por parte de instituciones y países como el Grupo del Banco Africano para el Desarrollo (un millón de dólares), Estado francés (1.500 millones), Japón (150 millones), Kuwait (100 millones), Naciones Unidas (100 millones), Estado español (773 millones) y Venezuela (100 millones), entre otros.
Argentina, Venezuela, Cuba, Bolivia, Ecuador y Nicaragua objetaron o criticaron el documento final, ya que pusieron en duda que realmente se vaya a lograr el objetivo de acabar con el hambre en el mundo al no recoger medidas concretas.
Los líderes mundiales que han participado en la cumbre de la FAO se comprometieron en la declaración final aprobada ayer a no utilizar los alimentos como instrumento de presión política y económica.
El director general de la FAO, Jacques Diouf citó como uno de los logros del encuentro celebrado en la capital italiana «la toma de conciencia de que el hambre no es un problema unitario sino algo mundial que golpea a cada país».
Al menos 900 organizaciones de pueblos indígenas, campesinos, pescadores, pastores y ONG, reunidos en un foro paralelo en Roma, consideran un fracaso la cumbre de la FAO, ya que mantiene «las mismas políticas» que han llevado a la actual crisis alimentaria. Para ellos, que elaboraron un documento con propuestas concretas para combatir el hambre, la declaración final de la FAO mantendrá un sistema alimentario mundial que «favorece la especulación» y «beneficia sólo a las grandes corporaciones». Para ellos, hay que acabar con la especulación financiera y con el mercado de futuros de los alimentos que «juega a la ruleta con nuestras vidas».
Aseguraron que la cumbre y su declaración «no van a llenar un solo vaso de comida» y señalaron que «las recomendaciones que hace para continuar liberalizando el comercio llevarán a una mayor violación del derecho a la alimentación». Indicaron que la crisis «es el resultado de décadas de políticas enfermas del BM y el FMI» y añadieron que «las soluciones que se proponen en el documento final de la cumbre son las mismas que nos han traído aquí».
«Los reclamos de los movimientos sociales, de tener más protección y apoyo a los productores en pequeña escala sostenibles, de reforma agraria y de medidas concretas contra la especulación financiera han sido totalmente ignorados por los gobiernos», criticaron. Los representantes de la sociedad civil censuraron también las recomendaciones que surgieron en la cumbre de Roma, que abogan por abrir más los mercados del Sur, subvencionar las importaciones de alimentos con ayudas al desarrollo y una nueva «revolución verde» en África.
Frente al actual sistema alimentario, propusieron «un cambio radical de las políticas» que devuelva a los pueblos la soberanía alimentaria, que es «el derecho a la alimentación y el control local de los alimentos, tanto en su producción como en su distribución», para los millones de personas que pasan hambre en el mundo. Además, significa su derecho a decidir qué se cultiva y de qué forma, es decir, de una que sea compatible con el medio ambiente, tal y como defienden.
En este sentido, recomendaron la creación de una comisión de la ONU encargado de velar por ese derecho.
Una de estas organizaciones, Vía Campesina -la mayor ONG internacional de agricultores-, criticó además que esta cumbre de la FAO ha dado «poca voz» a la sociedad civil. «Muy poco se escuchó la voz del movimiento social, que es el que más tiene que decir en estos foros, porque es el que sufre las consecuencias del hambre, la pobreza y las crisis sociales». Señaló que lo único positivo es que ha puesto en la agenda mundial el tema de la alimentación.
Representantes de la sociedad civil reunidos en Roma criticaron que los gobiernos reconocen en su documento final su «incapacidad» para resolver la crisis cuando «recomiendan al BM, FMI y un grupo de trabajo de la ONU que lo hagan por ellos».