La huelga y las movilizaciones que ha provocado la acusada e imparable subida del gasóleo se hicieron notar desde primeras horas de ayer, especialmente a ambos lados de la muga entre Lapurdi y Gipuzkoa, donde se observaban colas de varios kilómetros, o en el Puerto de Bilbo, donde el tráfico de camiones estuvo paralizado. Una concentración frente a la sede del Gobierno de Lakua de transportistas autónomos, por su parte, exigió que se defiendan los derechos de los transportistas ante el Gobierno español. El encarecimiento de los combustibles ha provocado, asimismo, que las flotas de bajura de Bizkaia y Gipuzkoa ayer permanecieran amarradas en puerto.

El sector del transporte atraviesa una difícil situación, especialmente los transportistas autónomos. Los costes se encarecen por encima del IPC, en este caso principalmente por el incremento del precio del gasóleo, que en el plazo de un año ha aumentado en un 31%. Ante un paro indefinido como el que comenzó ayer, la primera preocupación del ciudadano suele ser el desabastecimiento; sin embargo, por encima del alarmismo que éste pueda provocar, por encima de cualquier situación coyuntural, lo verdaderamente grave son las causas estructurales que una y otra vez llevan a situaciones difíciles como la actual. Los transportistas esperan del Gobierno de Madrid medidas que palíen su situación de precariedad creciente; pero es necesario, más allá de parcheos o salidas puntuales, ser consciente de la responsabilidad de los gobiernos, de sus políticas económicas y su participación en intervenciones neocolonialistas, causantes en parte de la imparable escalada de los precios del petróleo.

Sin embargo, esos gobiernos, atrapados en un modelo económico que exige ayuda pública para rescatar a los bancos que tras arriesgar han perdido, no parecen muy interesados en rescatar las maltrechas economías de los ciudadanos que verdaderamente sufren las consecuencias de un sistema que en situación de crisis los perjudica notablemente y en tiempos de bonanza no se acuerda de ellos.