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Rótulos en euskara,una hitoria para partirse de risa o echarse a llorar

Cualquier hablante de castellano o francés se sonreiría si leyera en unas obras «Uso obligatorio de cráneo» en vez de «Uso obligatorio de casco» o si viera en el pasillo del hospital que «Sala de partos» ha sido traducido como «Sala de partirte en dos». Pero la carcajada se le acabaría seguramente al constatar que «erratas» de este tipo son frecuentes, que no se producen en el extranjero sino en su propio país y que muy a menudo son las instituciones quienes las perpetran.

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Ramón SOLA

Este reportaje puede hacer reír (o llorar) a los euskaldunes, pero seguramente no les resultará novedoso. Todos ellos podrían presentar su propio «bestiario» lingüístico en señales viarias, rótulos y carteles de todo tipo, ya sean de instituciones, entidades privadas o comercios. Pero para quienes únicamente hablen castellano o francés tiene un valor añadido: constatar hasta qué punto llega la falta de respeto a los euskaldunes en su propio país. ¿Alguno de ellos se imagina por ejemplo que la sala de partos de un hospital pueda estar rotulada como «sala de partirte en dos»? Pues ocurre.

Los ejemplos incluidos en esta página han sido recopilados por el programa de ETB-1 ``Mihiluze'', y circulan profusamente por internet con fines humorísticos. Pero, en otro tono, la misma situación que reflejan ya ha sido denunciada año tras año por entidades como Behatokia... y no parece que las cosas estén mejorando. Una de las entidades que se lleva la palma en este peculiar ránking de barbaridades es el Gobierno de Nafarroa. No parece haberse enterado aún de cosas tan simples como que en euskara no existe la letra «c». A las míticas señales de «Frantziaco muga» -en pleno valle del Baztan-, «Ezcaba» o «Zamartzeco monastegia», se le pueden sumar otras menos conocidas pero igualmente atroces, como este letrero en una parada de autobus: «Garraioeta Comunikabide Departamentua». Por no hablar del «Eskuntza Departamentua» en vez de «Hezkuntza Departamentua», que haberlo haylo.

No sólo el Gobierno navarro tropieza en la «c». Como si fueran nostálgicos del euskara antiguo, también en la sede de Correos de la calle Urdaneta de Donostia cambiaron el «astelehenetik» por un «astelehenetic» que hacía daño a la vista.

Pese a las denuncias y a lo evidente de los despropósitos, este tipo de señales no se sustituyen con facilidad. Desde Behatokia recuerdan que este caso es especialmente sangrante en Nafarroa. El Gobierno de Miguel Sanz estableció en una circular de otroño de 2006 que iría sustituyendo las señales viarias erróneas poco a poco, pero excluyó al mismo tiempo los casos en que éstas hubieran sido «corregidas» por manos anónimas. Una excusa como cualquier otra.

Sin cambiar de herrialde ni de partido responsable, el Ayuntamiento de Iruñea ha logrado convertir el servicio de jardines («Lorategietako Zerbitzua») en algo así como «servicio de sitios para locos (o para volverse locos)» («Zorategietako Zerbitzua»). Total, una letra, dirá alguno. La misma letra que, en otras localidades, convierte las motos («motorrak») en otra cosa llamada «potorrak» en un parking oficial. O la que cambia «zuku» por «zaku» en un supermercado, de modo que donde debía poner «zumos frescos» se anuncien en realidad «sacos frescos». Y una «taquilla averiada» ha pasado a ser «campeonato averiado», simplemente porque «lehiatila» se parece a «lehiaketa».

«Los bocadillos no se quedan»

Otras veces la «culpa» se le atribuye a la polisemia. Polisemia de pe palabras, por ejemplo, como «localidad» o «quedar». La despreocupación hace el resto, hasta completar chapuzas de órdago. Así, en el plano de un teatro se lee «mapa de pueblos» («herrialdeen mapa») en vez de «mapa de localidades». Y en una máquina expendedora de alimentos se observa «los bocadillos no se quedan» («bokadilloak ez dira gelditzen») cuando lo que pretendía significar era «no quedan bocadillos». Todos estos casos fueron llevados a la pantalla por ``Mihiluze''.

La costumbre de recurrir al diccionario para buscar imposibles traducciones directas depara todo tipo de espantos. «Sala de partirte en dos» («erdibitu») en vez de «sala de partos» («erditu»); «uso obligatorio de cráneo» («buruhezurra») en lugar de «uso obligatorio de casco»; «entradas cansadas» («nekatuak») por «entradas agotadas»...

Algunos errores sólo encajan en la categoría de inexplicables, como quien decidió que una capilla en francés pasaba a ser una txapela en euskara: «Chapelle St. Antoine-San Anton txapela». Un letrero de Telepizza propone en correctísimo castellano «Aprovéchate de nuestras increíbles ofertas», pero todo se tuerce al intentar euskaldunizarlo: «Aprobetxatu gure sinestezin eskaintzak baratxuri». «Baratxuri» es «ajo», ¿l0 incluirá acaso el menú sólo si se pide en euskara?

Más de lo mismo. En los anuncios de la apertura de los Civivox (centros sociales municipales) de Iruñea, «Tu espacio de ocio» se tradujo al euskara como «Tu día de ocio», provocando la consiguiente confusión entre los interesados. El Consistorio de Yolanda Barcina es una mina para los cazadores de erratas... curiosamente siempre en euskara. Fue muy comentado el modo en que convirtió el «ingurumen» del Museo de Educación Ambiental en «inguruman», una especie de superhéroe.

En Aste Nagusia de Bilbo de 2007 alguien debió directamente pasarse por las txosnas antes de traducir la expresión «Lo hago sin condón» -en una campaña preventiva del Ayuntamiento y Osakidetza- como «Nik kondoi egiten gabe dut» (una frase realmente ilegible, pero que se podría trasladar al castellano como «Yo tengo sin haciendo condones»).

Juan Carlos I y Crisóstomo de Arriaga

La inoperación y desidia que acompañan muchas veces a la rotulación en euskara alcanza incluso las cosas más simples... y no repara en jerarquías. Traducir el nombre del Rey español parece lo más fácil del mundo para cualquier, pero el Ayuntamiento de Gasteiz no consiguió hacerlo debidamente en el barrio de Salburua. La avenida Juan Carlos I pasó a ser Joan Karlos L en euskara. Lo de los números romanos resulta digno de estudio. Aunque lógicamente se escriben igual en todos los idiomas, al pasar al euskara el número de fallos se dispara sospechosamente. En una atracción infantil ubicada en el Parque de La Casilla de Bilbo en 2005 el tiovivo de manera del siglo XIX pasaba a ser del siglo IXI en el rótulo euskaldun.

Insigne también es la figura de Juan Crisóstomo de Arriaga en Bilbo, pero éste tampoco se libró. Hace dos años, el Ayuntamiento que dirige Iñaki Azkuna conmemoró su segundo centenario, pero únicamente en castellano, porque en euskara lo que decía la placa era otra cosa bien diferente: «Segundo aniversario».

Otra prueba de que ni en las cosas más solemnes se toman en serio a esta lengua lo encontramos en el cementerio de Barakaldo. En 2006 se denunció que el «depósito» de restos del cementerio municipal en euskara pasaba ser «ibilgailuen», es decir, algo relacionado con los vehículos. ¿Depósito de la gasolina, quizás?

Más ejemplos para carcajearse a gusto, o para cabrearse un montón: un cartel que prohíbe circular en bicicleta «excepto a niños» ha sido reconvertido en algo así como «excepto a los que no pueden tener niños» («umeak izanezinik»).

Las grandes superficies comerciales son un chollo para los buscadores de barbaridades lingüísticas. En un hipermercado de Eroski, donde querían poner «pida el ticket a su paso por caja» han escrito algo traducible incomprensiblemente como «desde la caja a su paso». En el Carrefour de Olabarria apareció una sonada: «Ultimas batasunas», se leía en lugar de «últimas unidades». Y en una gasolinera de Repsol se ha podido leer «gracias por tu vista» («bista») en vez de «gracias por tu visita» («bisita»).

Total, por una letra... dirá alguno.

Pero, lector erdaldun, ¿a qué en su idioma no pasan estas cosas?

NAFARROA

Behatokia explica que es la red viaria de Nafarroa donde se registra el mayor número de quejas. Son varios, por ejemplos, los casos en que se introduce la «c» en vez de la «k» en las señales.

Atención al cliente de telefónica: «¿euskara? ¿dónde está ese país?»

Los errores no se limitan al lenguaje escrito. En las llamadas telefónicas se registra otra catarata de situaciones surrealistas. Por citar únicamente un botón de muestra, aquí va esta recogida en el último informe anual de Behatokia. Un euskaldun llama al servicio de atención al cliente de Movistar y pregunta: «Buenas tardes, ¿tienen servicio en euskara?». La respuesta del operador es «¿Dónde se encuentra ese país?». El comunicante le explica pacientemente que no es un país, sino un idioma. El telefonista le responde entonces que le va a pasar la llamada a un compañero. Y el euskaldun escucha finalmente boquiabierto un saludo en inglés: «May i help you?». GARA

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