GARA > Idatzia > Eguneko gaiak

El periodismo y la guerra

«Hay un deliberado intento por hacer olvidar la guerra en Irak»

p06_f01.jpg

Giuliana Sgrena
Periodista de «Il manifesto» secuestrada en Irak en 2005

El nombre de Giuliana Sgrena saltó a la primera plana de todos los medios cuando el 4 de febrero de 2005 fue secuestrada en Irak. Su drama no acabó ahí. Justo un mes más tarde, vio morir al agente secreto italiano Nicola Calipari, que participó en su liberación. El vehículo en el que viajaban fue tiroteado por tropas de EEUU cerca del aeropuerto internacional de Bagdad. De amplia trayectoria como corresponsal de guerra, Sgrena habló de sus experiencias en una reciente conferencia en Madrid.

Ainara LERTXUNDI | MADRID

Su cuerpo aún se resiente y guarda restos de los disparos efectuados por tropas estadounidenses en Bagdad. Jamás podrá olvidar aquel 4 de marzo de 2005. Ese día se sucedieron de manera casi simultánea su liberación y la muerte del agente secreto que la gestionó. Con voz sosegada y cercana, Giuliana Sgrena habla para GARA de sus experiencias y de su visión de la profesión que la ha llevado a cubrir conflictos tan duros como los de Irak y Somalia.

Afirma que la guerra de Irak ha cambiado la forma de trabajar de los periodistas.

La manera de hacer periodismo ya empezó a cambiar con la primera guerra del Golfo en 1991; la guerra comenzó a ser un espectáculo. En ese momento, la mayoría de los periodistas estaban en las bases estadounidenses y sólo hablaban de los aviones que iban y venían de los bombardeos, como si fuera una guerra de estrellas sin víctimas.

La segunda guerra del Golfo ha cambiado aún más la forma de trabajar. No hay posibilidad de hacer una información independiente, porque EEUU ha institucionalizado la figura de los «periodistas empotrados». No es que antes no hubiera periodistas que iban con las tropas, sino que ahora para ir con ellas debes firmar y aceptar unas reglas, entre ellas la censura.

Las embajadas extranjeras y Washington hicieron todo lo posible para echarnos de Irak porque querían que únicamente los «periodistas empotrados» cubriesen la guerra, ya que ésta se hizo sobre un falso pretexto.

Si hablábamos de la utilización del fósforo, del napalm... iba en contra de la guerra. Con la tecnología actual, las noticias llegan en tiempo real a todo el mundo y todas las informaciones que podías sacar de Irak, sin hacer nada extraordinario, iban en contra de la guerra. Hubo muchos intentos para sacarnos de ahí. Incluso, dispararon contra nuestro hotel. No fueron tiros casuales porque sabían que en el Hotel Palestina de Bagdad había periodistas.

La llegada de periodistas con las tropas, con el mismo uniforme y en los vehículos de los estadounidenses, dio a los iraquíes la impresión de que los periodistas podían ser colaboradores de las tropas. A partir de ese momento, se creó un clima muy hostil hacia los corresponsales extranjeros. Los grupos armados opuestos a la ocupación tampoco querían tener observadores, aunque el periodismo fuera favorable a la población iraquí. Empezaron a vernos como a alguien que no debería estar ahí porque podía ser espía y nuestro secuestro empezó a serles rentable.

Ni los ocupados ni los ocupantes querían extranjeros en el terreno. Así que o ibas a Irak con las tropas y te quedabas en la Zona Verde, o no ibas. Eso quiere decir que no puedes hacer una información independiente sobre el terreno. Esto no había pasado en ningún conflicto anterior por muy duro que éste fuera. La información es una víctima de la guerra de Irak.

Internet ha contribuido a que haya más «periodistas de hotel», que ni salen del «lobby».

Aunque es una herramienta positiva, tiene su lado negativo. Antes teníamos que salir del hotel para contar cómo vivía la gente bajo las bombas. Ahora, hay periodistas que se conectan a internet y, sin salir del hotel, escriben sus artículos basándose en las informaciones que les llegan a través de la red. No digo que no sean verdaderas, pero el periodista debe averiguar la noticia, hablar con la gente, y no limitarse a estar en un hotel sólo para escribir en calidad de enviado especial a tal sitio. Esto ha descalificado nuestra profesión.

Cuando me secuestraron tuve que oír que yo me lo había buscado porque iba a entrevistar a la población local. No iba a ningún sitio en particular; fui a entrevistar a refugiados que habían huido de Faluyah, destruida por los americanos. Si nuestro trabajo no es entrevistar a gente que huye de un bombardeo, ¿cuál es entonces?

¿Cómo calificaría la cobertura mediática sobre Irak?

Los medios no están interesados en lo que pasa en Irak, así que dan informaciones muy superficiales: el número de muertos, de coches-bomba..., sin analizar la cambiante situación. Si no se analiza el contexto, no tiene sentido y a la gente se le olvida lo ocurrido. Hay un deliberado intento por hacer olvidar que en Irak hay una guerra.

De contar la noticia pasó, de manera involuntaria y dramática, a ser la noticia. Primero, por su secuestro y, luego, por el ataque que sufrió por parte de Estados Unidos a 700 metros del aeropuerto de Bagdad.

Mis secuestradores decían que era una espía y que tenían los medios para averiguarlo. Yo les expliqué que no lo era y que lo averiguasen porque yo no podía hacer nada en esas circunstancias. Cuando llegaron a la conclusión de que no era una espía, dijeron que me iban a utilizar.

Nunca podré olvidar lo que pasó cuando me liberaron. Estaba muy traumatizada en ese momento, pero el trauma fue mayor cuando estando cerca del aeropuerto -pensaba que ya no tendría ningún problema para regresar a Italia-, los estadounidenses dispararon contra el coche en el que viajábamos. Cuando el chófer, un agente secreto italiano, dijo que nos estaban atacando yo pensé quién podría ser. Sabía que el lugar estaba totalmente controlado por los estadounidenses. Nicola Calipari, el agente que negoció mi liberación, me tiró al suelo del coche cubriéndome con su cuerpo. La persona que me liberó y protegió hasta el último minuto murió. Para mí es algo inolvidable e increíble. El 4 de marzo nunca podré estar contenta porque mi liberación coincide con la muerte del agente que me salvó la vida dos veces. Eso es algo que me pesará toda la vida.

¿Por qué ha dejado de interesar este conflicto?

Muchos países han sacado ya a sus tropas. Desde ese momento, se liberan de una cuestión contra la que había muchas protestas. Los norteamericanos tampoco tienen interés en cubrirlo.

Cuando fui a Estados Unidos a presentar el libro, casi no había información sobre Irak, y la que había era muy parcial y superficial. Cuando la CNN me entrevistó, me presentó como la periodista por la que el Gobierno italiano había pagado mucho dinero, sin mencionar que los estadounidenses nos atacaron. Si alguien no quiere entrevistarme es libre de no hacerlo pero, si lo hace, no puede presentarme así. Cuando contestando a una pregunta dije que había sido secuestrada por los iraquíes y que luego me atacaron los norteamericanos, cortaron la entrevista de repente.

La información sobre Irak no existe en EEUU. Ni en la campaña electoral han abordado esta cuestión. Es una lástima porque Irak es un problema muy gordo. El primer ministro iraquí, Nuri al Maliki, y el presidente George W. Bush han aprobado un acuerdo bilateral de asistencia militar, por el que EEUU mantendrá 50.000 soldados, incluso después de la retirada de las tropas. El próximo presidente estadounidense tendrá que enfrentar un problema tan grande como este acuerdo bilateral.

La simplificación de los conflictos es algo cotidiano en los medios de comunicación...

Pasamos de Afganistán a Irak, luego a Líbano y acabamos de nuevo en Afganistán. No interesa mantener la atención sobre los conflictos, ni analizarlos. Lo que interesa es el espectáculo de la información. Importa más lo que pasa entre los príncipes de Inglaterra que los verdaderos problemas del país.

La frivolidad y la prensa catalogada como «rosa» o «amarilla» también han salpicado a los llamados medios «serios».

En Italia tenemos un primer ministro, Silvio Berlusconi, que es el emblema del espectáculo; no hace política, sino espectáculo. Todos sus anuncios pasan a través de la televisión y no del Consejo de Ministros. Hay una homologación en todos los medios importantes, sobre todo, en la televisión, que no profundiza en nada y, en nombre de la audiencia, no ofrece algo educativo. Los programas que teníamos hace treinta años eran mejores. Ahora, la cultura ya no existe.

¿En este panorama, en qué lugar quedan los profesionales?

Los que verdaderamente quieren informar tienen pocos recursos porque, si trabajan en un gran medio, es al editor a quien no le interesa, y si lo hacen en uno pequeño, carecen de recursos materiales. Espero que algún día la opinión pública se levante para pedir algo diferente.

¿Es posible escapar de la agenda marcada por las grandes corporaciones mediáticas?

Nosotros tratamos de hacerlo, aunque es difícil no hablar de aquellas noticias que se dicen las más importantes del día. Tienes que enfrentar los temas que los demás te imponen y hacer lo que quieres tú. Es un compromiso, a veces, muy difícil.

Imprimatu 
Gehitu artikuloa: Delicious Zabaldu
Igo