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Al límite de la paranoia

Ramón SOLA

Tras diez años estirando sin parar el chicle del «todo es ETA», no es extraño que hasta los policías más bregados se hagan un lío. Véase el cruce de palabras de uno de ellos con el fiscal. Este quería saber si su rechazo al TAV es otra prueba de que EHAK es Batasuna. El policía quiso primero aparentar rigor: «El TAV ha provocado un cierto rechazo en la sociedad vasca. Algunos sectores utilizan la violencia, pero esto no puede extenderse a todas las organizaciones». «Pero entonces, ¿qué le hace a usted deducir que la dinámica del PCTV es diferente a otras y que tiene paralelismo con organizaciones ilegalizadas? -repreguntó el fiscal-. ¿Acaso el lenguaje que utiliza es semejante?» «Sí, pero esto no es significativo. El lenguaje es contaminante. Yo a veces también me expreso como ellas», admitió el policía.

Elemental. EHAK rechaza el TAV, como Batasuna. Y quizás lo expresen de igual modo, porque piensan lo mismo. El problema es éste, que el Estado no persigue actos sino ideas. Y eso es muy difícil camuflarlo sin liarse.

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