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Maite SOROA

El ovillo del PP se enreda más

Dicen por ahí que la bulla en el PP ha remitido y que las aguas vuelven a su cauce. Y a servidora, atenta a lo que se dice y escribe, le parece que la cosa está cada día un poco peor. El sábado Isabel San Sebastián en «El Mundo» disparaba fuego graneado sobre su propio partido. El motivo: «La elección/designación de Antonio Basagoiti como candidato a la Presidencia del PP vasco».

A la musa de la derechona le parece que este solo hecho «constituye una lección magistral de deslealtad personal y política, amén de una amarga decepción». Palabras mayores, ¿verdad?

Y sigue subiendo el tono: «la ambición, la traición, la disposición a venderse por conseguir algo de poder, aunque sean unas migajas, han arraigado en ese partido exactamente igual que en los demás. En lo que a mí respecta, salvadas las excepciones de unos pocos héroes y heroínas que no hacen sino confirmar la regla, cualquier vinculación afectiva con ese colectivo queda rota». Se acabó lo que se daba. Supongo que a partir de ahora le bailará el agua a Rosa Díez...

Se quejaba San Sebastián de que los desacuerdos sobre la sucesión de San Gil terminaran en un pispas: «¿Y cuál fue el detonante de esta fulminante disposición al entendimiento? El toque de corneta de Rajoy, a quien Barrio cometió la ingenuidad de llamar para contarle personalmente sus planes antes de informar a la prensa. Una demostración perfecta del modo en que se premian la lealtad y la franqueza en este Partido Popular de ahora».

El cabreo de Isabel debe ser monumental porque llega a asegurar que «es evidente que en el cuartel general de Génova no quieren que desde el País Vasco se hable de España, se arrope a las víctimas del terrorismo o se denuncie el escándalo que supone el hecho de que el PNV comparta los fines de ETA y le brinde cobertura política (...) Nada de Constitución e insistamos en el garbanzo, que, como todo el mundo sabe, es lo que interesa a la gente. Más dinero y menos principios. La libertad no se come y la dignidad no paga la hipoteca. Son conceptos trasnochados que nadie compra». Y concluye con la guinda: «Pues con su pan se lo coman». Ya ven como están las cosas. ¡Sigo disfrutando!

 

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