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Aranzadi vuelve a Praileaitz en busca de más rastros del chamán

Los arqueólogos de la sociedad Aranzadi regresarán en los próximos días a Praileaitz I para excavar en el interior de la cueva en busca de nuevas pistas sobre el chamán que hace 15.000 años la utilizó con fines rituales. Las últimas dataciones por radiocarbono, cuyos resultados han llegado precisamente estos días, han alimentado aún más las expectativas.

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Martin ANSO | DONOSTIA

El preceptivo acuerdo del Consejo de Diputados de Gipuzkoa se ha hecho esperar más de lo previsto, pero ya es un hecho y, en consecuencia, un equipo de la sociedad Aranzadi volverá en los próximos días a Praileaitz I para desarrollar en su interior una campaña de excavaciones que se prolongará durante los próximos seis meses.

El objetivo principal es, según recuerda su director, Xabier Peñalver, hallar nuevas pistas sobre «los movimientos» de ese personaje que hace unos 15.000 años utilizó la cueva con fines rituales y que, convencionalmente, se ha venido identificando con un chamán.

Precisamente estos días, Peñalver ha recibido de los laboratorios holandeses de Groningen los resultados de las pruebas de radiocarbono realizadas sobre elementos hallados en la última excavación, que no hacen sino alimentar las expectativas.

Para facilitar la comprensión de estos resultados, el arqueólogo propone hacer un plano mental de la cueva, que, básicamente, consta de vestíbulo, dos salas interiores consecutivas y una galería que conduce hasta donde se encuentran las pinturas. «Las dataciones más cercanas a nosotros con que contábamos hasta ahora -indica- eran de 9.010, 8.940 y 8.840 años antes del presente, que corresponden al momento de ocupación de la cueva más moderno, en el Epipaleolítico. Alguna, por ejemplo, está realizada sobre restos de un hogar situado en la primera sala interior, donde aparecieron la mayoría de los colgantes, que son, por decirlo así, el síntoma más espectacular del uso ritual que alguien dio a la cueva hace unos 15.000 años, en el Magdaleniense Inferior». El nivel epipaleolítico está, pues, inmediatamente por encima del magdeleniense, el del chamán.

En vista de los resultados de la excavación en la primera sala, los arqueólogos decidieron que había que intervenir también en la segunda. «Puesto que la actividad que se realizaba en la cueva no era de tipo cotidiano, sino ritual, no era preciso contar con luz natural y, de hecho, entraron mucho más para pintar -hace notar Peñalver-. Eso nos llevó a pensar que en la segunda sala podría haber niveles arqueológicos y, entre ellos, por qué no, el del chamán». A excavar en esa segunda sala dedicaron la última campaña, en la que, entre otras cosas, encontraron abundantes restos de carbón y manchas de ocre, utilizado habitualmente para pintar. «Pensamos que esos restos correspondían al nivel epipaleolítico -dice Peñalver- y, para confirmarlo, encargamos varios análisis por radiocarbono. Los resultados, que acaban de llegar, nos dan fechas de 8.800, 8.845, 8.925, 9.200 y 9.225 años antes del presente, lo que confirma que estábamos en lo cierto. Es decir, si el chamán del Magdaleniense Inferior utilizó la segunda sala, sus huellas deben estar justo debajo de esos carbones y manchas de ocre epipaleolíticas. Y fundamentalmente eso es lo que vamos a averiguar en la nueva campaña».

Otra de las labores arqueológicas pendientes, que el equipo de Peñalver acometerá en esta nueva campaña, es la realización de catas en las cuevas que han sido localizadas en los últimos meses, en el transcurso de las prospecciones en lo que queda de la ladera de Praileaitz. Todas estas cuevas, salvo una, están situadas precisamente en torno a la del chamán.

LA SEGUNDA SALA

La nueva campaña, que se prolongará durante seis meses, se centrará fundamentalmente en la segunda de las salas interiores de la cueva y tiene como objetivo comprobar si también fue utilizada con fines rituales por el chamán.

OTROS NIVELES

Aunque el del chamán, del Magdaleniense Inferior, hace unos 15.000 años, se ha convertido en la estrella de la cueva, existen niveles más antiguos. Por ahora, uno gravetiense, de hace 25.000 años, es el más alejado en el tiempo.

«La ampliación de la protección debería incluir la ladera y hacerse cuanto antes»

Desde que concluyó la última campaña de excavaciones en Praileaitz, la polémica en torno a la protección de la cueva y su entorno no ha cejado, aunque ha habido novedades notables: la Agencia del Agua, en aplicación de la Ley de Costas, ha suspendido cautelarmente la actividad de la cantera en la ladera y ha abierto un expediente sancionador contra la empresa; la diputada de Cultura de Gipuzkoa, María Jesús Aranburu, ha anunciado que, en vista de los resultados de los últimos estudios, solicitará al Gobierno de Lakua ampliar el perímetro de protección de la cueva, y la consejera Miren Azkarate ha afirmado recientemente que nunca se ha opuesto a modificar el decreto, lo que parece indicar que ha flexibilizado su postura.

Preguntado a este respecto, Xabier Peñalver afirma que la postura de Aranzadi sigue siendo la misma: «Creemos que la calidad de este conjunto arqueológico hace absolutamente necesario preservar no sólo la cueva, sino lo poquito que queda del monte Praileaitz en su totalidad; es decir, esa ladera, ese cascarón al que nos hemos referido en más de una ocasión, y que constituye un contexto riquísimo desde todo punto de vista. Y eso, como advertimos en su momento, con independencia de que pudieran aparecer más cuevas, como ha sucedido, nuevos hallazgos arqueológicos».

Así las cosas, Peñalver considera positivos los planteamientos tendentes a modificar el decreto de protección que aprobó en su momento Lakua. «Siempre y cuando -matiza- la modificación preserve también la ladera y se haga a tiempo, porque, hoy por hoy, en ese monte se sigue destruyendo caliza y el cascarón es cada vez más delgado».

M.A.

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