El proceso seguido contra 26 ciudadanos vascos imputados en el marco del sumario 33/01 ha concluido como empezó, sin ninguna prueba sobre la mesa para demostrar que el movimiento pro amnistía sea una cosa distinta de lo que su nombre indica. En el banquillo 27 ciudadanos vascos, y en el orden del día el propósito baldío de juzgar el compromiso de miles y miles de personas con el trabajo diario y permanente para construir, de mano de la sociedad vasca, un mañana sin presos, sin tortura, sin exilio; en definitiva, un futuro en que todas las personas puedan vivir en paz y todas las ideas materializarse con el único límite de la voluntad democrática.

Uno de los procesados, Juan Antonio Madariaga, reivindicó la condición de «traficantes de sueños» para él y sus compañeros, haciendo uso de la última palabra y tras muchas sesiones en que los encausados han preferido guardar silencio y hacer patente con ello el carácter antidemocrático de un tribunal cuya actuación «no tiene lógica alguna» incluso para los observadores internacionales. No hace falta esperar a la sentencia para saber que lo que se impone es seguir trabajando para materializar los sueños.